El joven sonrió son suficiencia y una victoria adelantada al observar sus cartas a jugar mientras podía incluso palpar la tensión del Primer Ministro del país, a quien las gotas de sudor en la frente habían dejado en evidencia su estado de nerviosismo. El lugar donde se encontraban era oscuro, un pequeño cuarto del club escasamente iluminado por luces rojas. Ésa era la sala de apuestas, en donde no había más nada que una mesa redonda y dos sillones acomodados en las esquinas para las personas extras que deasearan entrar a observar el intercambio de dinero o para ver las peleas que comúnmente solían hacerse si alguien estaba disconforme.
Este día KiHyun presentía que ganaría, y lo deseaba así, se había quedado sin efectivo y necesitaba con urgencia llenar de nuevo sus tarjetas. Por ello, le fue suficiente aventar sus cartas a mesa y sonreír en lo que sus cortos brazos trataban de juntar todos aquellos dólares contra su pecho, y lo hubiese hecho de no ser porque uno de los guardias del hombre lo detuvo con brusquedad.
-Oye, ¿qué mierda te sucede? ¡Yo gané! -exclamó levantándose de su puesto.
-No estés tan seguro de eso, Yoo -esta vez fue el Primer Ministro quien sonrió a la vez que colocaba todas y cada una de sus cartas, mostrando un perfecto juego en ellas.
KiHyun juró palidecer porque aquello jamás lo vio venir -lo cual era simplemente asombroso suponiendo que todos sus movimientos eran calculados- y se sintió fatal al instante; había apostado lo único que le quedaba y resulta que esa sabandija quería quitárselo. En definitiva, él no iba a permitirlo.
-Escucha, Kim -comenzó el bajo y caminó a paso lento hasta quedar de pie junto al mencionado.- Tú no necesitas todo este dinero, vamos..., tú te pudres en billetes y yo estoy corto de efectivo ahora. Por favor, por favor deja que me quede con él -pidió juntando sus manos a modo de súplica y lo miró con la cara de cachorro más tierna que pudo hacer. Sí, a veces podía llegar a ser bastante infantil y echaba su dignidad a la mierda cuando sabía que se quedaría sin nada.
-¿En serio estás haciendo esto? ¿Tú? ¿Yoo KiHyun suplicando? -río con incredulidad e inició a tomar el dinero de la mesa.- No me hagas perder el tiempo, muchacho.
Un arma fue colocada de inmediato a la altura de la sien del Primer Ministro -quien cesó sus acciones por temor- y sus hombres no dudaron en apuntarle también a quien estaba atreviéndose a amenazar a su jefe. El silencio cayó en la sala por unos cuantos segundos en los que nadie se atrevió a hacer nada, puesto que esperaban movimiento de algo para iniciar la matanza de ser necesario. Entonces KiHyun puso un dedo en el gatillo y se tentó en disparar porque sabía que podía protegerse de todos modos si los guardias intentaban hacerle algo, pero desistió.
-Deja el puto dinero en la mesa -ordenó con calma y presionó su confiable revólver en la carne del sujeto.- Si no quieres que una bala te atraviese el cráneo, obedece.
-Tú no puedes hacer eso, Yoo. Si me haces algo mis hombres te matarán, así de simple. Yo quedo sin vida y tú sin tu preciado dinero. Pero de todas formas eso no importa, ¿cierto? No podrás disfrutarlo estando a tres metros bajo tierra -habló mostrando una socarrona sonrisa y el bajo se tensó por su confianza al decir todo lo anterior, pero después simplemente cerró los ojos y se dedicó a lo suyo.
-Sé a lo que te dedicas -dijo, volviendo a mirar al hombre.- Deja el dinero en mis manos y no le contaré a nadie que tienes acuerdos con la mafia, que has traicionado al país más de una vez e incluso que te acuestas con una joven que bien podría ser amiga de tu hija.
Se sintió satisfecho cuando una vena en el cuello del sujeto se crispó indicando que se había puesto incómodo porque sus secretos habían sido revelados. KiHyun mentiría si le dijera que lo había estado investigando, porque la verdad era que saberlo sólo le costó cerrar los ojos para concentrarse y entrar en su mente, explorando cada rincón de ella hasta conseguir lo que quería. Así era como el bajo hacía tratos: aveces citaba a gente importante que ni siquiera conocía avisándoles que sabía algo cuando en realidad no era así, KiHyun lo descubría todo al momento de verlos entrar por la puerta del club y era allí cuando iniciaba su chantaje para conseguir dinero -en cantidades grandes-.
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W-ire [JooKyun]
Fiksi PenggemarEllos son diferentes. Ellos son la única esperanza que el país tiene para acabar con una amenaza desconocida. Leales como bestias domesticadas, escudos para la sociedad, almas jóvenes dispuestas a dar su vida por cualquier cosa. Ellos son siete elem...