El sol se había terminado de ocultar cuando el juego acabó en una victoria a su favor. Había estado bastante nervioso desde que se tuvo que detener en la primera base debido a que la pelota había sido retenida por el pitcher*, pero recordó que tenía algo de su parte y lo utilizó cuando el siguiente jugador bateó con fuerza. MinHyuk corrió aprovechando que podía hacerlo de forma rápida -ligeramente más rápido que los demás para que el asunto no se viera tan extraño-, pasó por todas las bases y le dio tiempo a su otro compañero para que terminara una carrera también. Así que habían ganado la temporada con unas exitosas veinte vueltas de ventaja contra el equipo contrario y era él quien ahora avanzaba por las oscuras calles con el trofeo dentro de su maleta deportiva, porque los demás así lo habían decidido. Y es que de no ser por el asombroso don que MinHyuk tenía para correr, jamás hubieran podido ganar por su propia cuenta.
El pelirrojo tampoco sabía que tuviera esa clase de poder, a decir verdad. Desde su adolescencia había podido ganar algunas carreras de la escuela pero creía que era a causa de sus piernas largas, sin embargo no enteramente era por esa razón. Luego de que en un juego local su velocidad aumentara a extremista, en casa su madre le había explicado que en su familia existieron personas con la misma capacidad. Le había dicho que era una cosa hereditaria y que a la generación de MinHyuk le tocaba adquirirla. Por supuesto que él tomó todo a juego y le dijo a su madre que no mintiera con algo así, pero resultó ser verdad después de todo. Y él sólo podía estar agradecido. Su madre también le dijo que no abusara de ello, es decir, que no demostrara a los demás que podía correr excesivamente rápido y que en su lugar sólo aumentara un poco la velocidad, como había estado haciendo para ganar algunos campeonatos. Él se sentía feliz con ambas cosas: con sus triunfos y con ser distinto a otras personas.
Más su felicidad de momento por haber ganado se vio interrumpida cuando dos sujetos -de traje negro y anteojos del mismo color, altos y fornidos- se pararon delante de él en la acera impidiéndole el paso. Le extrañó que hubiese tipos como ellos por aquel rumbo, ya que el lugar donde vivía no era exactamente grande, pero había visto suficientes películas como para saber que no buscaban charlar y ya.
-¿Lee MinHyuk? -preguntó uno y el pelirrojo asintió.
Los hombres se vieron por un segundo y luego uno de ellos le colocó una bolsa negra en la cabeza mientras otro lo cargaba para llevarlo sobre uno de sus hombros. Todo ocurrió tan rápido que no le dio tiempo a MinHyuk de defenderse y ahora sólo podía patalear gritándoles que lo bajaran o que no lo asesinaran. Debía admitir que tenía muchísimo miedo, pero trataba de mantener la calma y no armar tampoco un alboroto innecesario. Después de todo, ¿qué buscarían dos tipos como ellos con alguien como el pelirrojo? MinHyuk no tenía algo de valor con él, excepto el trofeo que llevaba en su mochila pero eso era un valor más sentimental que monetario. A su familia no le faltaba nada, pero tampoco estaban forrados de dinero como para que los hombres quisieran pedir billetes por su libertad.
Finalmente decidió que de nada iba a servir patalear y se dejó hacer. Sus brazos cayendo sin fuerza al igual que sus piernas mientras iba sobre uno de los hombros de un tipo -al cual ni siquiera distinguía-. Incluso pensaba que podría dormirse ahí, siendo guiado tal vez a su perdición por las oscuras calles hacia un lugar desconocido, él lo aceptaba ya, si era su fin no quería estar llorando.
-Esperen -dijo con calma dándose cuenta de algo irrelevante.- ¿Ustedes están llevando gafas de sol en la noche? -una carcajada salió desde lo más profundo de su garganta y no pudo detenerse durante un tiempo.- ¡Eso es ridículo! ¿Al menos pueden ver algo? ¿Qué tal si se tropiezan y caen? Me van a lastimar a mí, quítenselas.
-¿Te han dicho que hablas mucho? -preguntó un hombre. Probablemente el que no lo estaba cargando.
-A veces -suspiró.- ¿Tienen mi mochila?
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W-ire [JooKyun]
FanfictionEllos son diferentes. Ellos son la única esperanza que el país tiene para acabar con una amenaza desconocida. Leales como bestias domesticadas, escudos para la sociedad, almas jóvenes dispuestas a dar su vida por cualquier cosa. Ellos son siete elem...