Siempre había sabido escapar. Desde que supo que tenía esta clase de llamas corriendo con furia por sus venas él siempre se había valido por su cuenta para poder sacar adelante a su madre, para poder subsistir con lo que fuere que ganara cada que robaba en algún pequeño establecimiento. Excepto que de un específico tiempo hasta entonces se había obsesionado con asaltar lugares grandes, lugares que eran frecuentados por personas todos los días, lugares que conseguían grandes ganancias en una jornada y todas esas veces había tenido que dejar un rastro de llamas que terminaban en tragedia. Por supuesto, no era culpa suya. ChangKyun no sabía controlar lo que sea que tuvieran sus manos, cada cosa que tocaba inmediatamente comenzaba a arder y era por eso que había decidido utilizar guantes de cuero -semejantes a los que solían usar los motociclistas- para no ocasionar un desastre como ocasionalmente lo hacía.
Para su fortuna, todas las veces anteriores que dejó algún lugar prendiendo en fuego jamás nadie había salido herido. Las víctimas lograban escapar antes de que las llamas se propagaran de más y les hicieran fundirse en cenizas. Pero ChangKyun no había parado de robar, de despojar a inocentes de sus pertenencias y de dejar a su favor algunos lugares ardiendo para que la policía se entretuviese allí en vez de que se preocuparan por perseguirlo. Además él sabía la razón por la que hacía todo aquello, esa razón que era más que indispensable en su día a día: su madre enferma, quien era la única familia que poseía y a la cual no quería perder.
Él compraba cualquier clase de medicamentos con el poco dinero que llevaba a casa pero nada le hacía efecto a la mujer. Ella había sido quien le había heredado el maravilloso don que le otorgaba la comida de todos los días, pero el pelinegro no podía comprender cómo era que su madre parecía estar muriendo de fiebre sin una pizca de calor corporal. Había enfermado en un día de invierno, comenzando todo como un simple resfriado seguido por la debilidad y el enfriamiento del cuerpo, y por más que ChangKyun intentara darle calor al colocarle las cobijas extras que tenían en casa o al abrazarla, ella continuaba congelándose y tiritando.
Al final había sido demasiado tarde para ChangKyun comprenderlo.
Por alguna razón extraña el cuerpo de ambos era naturalmente caliente, él suponía que se debía al fuego en sus venas, y a causa de ello tenían que abrigarse más de lo normal en invierno porque de otro modo ese conocido fuego podría apagarse dejándoles como resultado la muerte.
El pelinegro no había podido hacer nada para salvar a su madre cuando lo descubrió. Ella lo había dejado solo hace tiempo, con deudas que pagar, y casi obligándole a mantenerse robando en cualquier lugar para comer al menos una vez al día. Todo parecía haber estado yendo bien en su rutina, ChangKyun no sabía qué era lo que había hecho mal. No sabía por qué ahora se hallaba en una celda, recostado en una dura cama con algunos sujetos delante de él viéndolo con temor como si esperaran una orden, aunque a él no le molestaba en absoluto. Llevaba varios días ya metido en ese sitio y se había enredado en una ocasional pelea, ya que el primer día el 'Rey' de los reos había querido molestarle quitándole uno de sus preciados guantes de cuero. Cuando ChangKyun le tocó el hombro con la mano descubierta y las llamas comenzaron a crecer en la ropa del hombre todos los internos se habían asustado y le habían dejado el cargo del rey de la prisión a él. No se quejaba para nada. Ahí tenía un lugar donde quedarse, comida sin falta -que aunque era asquerosa la agradecía- y disponía de, prácticamente, cientos de personas a sus pies. Inclusive algunos guardias le habían sugerido ayudarle a escapar cuando quisiera, pero ChangKyun se había negado. ¿Por qué querría dejar un lugar que bien podría ser su palacio por algún considerable tiempo más?
Bajó el libro que había tenido a la altura de sus ojos para analizar una vez más a los dos tipos parados delante de él, los cuales le habían pedido protección. El pelinegro se había echado a reír sin humor y les había dado un rotundo no pero ellos eran lo bastante insistentes como para no alejarse en la primera negación. Ellos no eran las primeras personas que iban a buscarlo a su celda con la misma intención, ChangKyun había estado recibiendo bastante visitas allí y a todas él se negaba porque no quería meterse en problemas ya que a pesar de que le tuviesen miedo, nunca faltaba quién pudiera revelarse y él no quería mandar a nadie al hospital por quemaduras graves.
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W-ire [JooKyun]
FanfictionEllos son diferentes. Ellos son la única esperanza que el país tiene para acabar con una amenaza desconocida. Leales como bestias domesticadas, escudos para la sociedad, almas jóvenes dispuestas a dar su vida por cualquier cosa. Ellos son siete elem...