PRÓLOGO.
AUGUSTUS.
¿Qué es aquello que casi todo el mundo desea? Volar. ¿A que sería un milagro ver a alguien haciendo eso?
Bendito don.
Vuelo y lanzo ataques que esquivan o sufren los exiliados solo para ganar tiempo. Es difícil usar dos dones a la vez, pero no imposible. Lo estoy descubriendo ahora. Hay demasiadas cosas que Sera y yo no sabemos... ¡y eso que sabemos bastantes cosas! Y suponemos otras más.
—¡Cogedle antes de que escape! —grita alguien.
—Un chico se sube a una pelota parecida a un globo terráqueo y le dice a su novia "¡Soy el rey del mundo!"
Los que me persiguen se ríen a carcajada limpia con cara de sufrimiento. Sonrío y hago una pedorreta que provoca más risas.
—¡Gracias, gracias! ¡Qué educados y respetuosos sois! Ojalá mis amigos supiesen apreciar mis chistes como vosotros.
Benditos dones.
Me alejo de mis atacantes más contento que un tonto cuando tiene un lápiz entre manos. Hoy es un día muy importante para los convictos por no sé cuál motivo, así que están casi todos fuera.
La felicidad se me acaba pronto, y nuestros planes cambian por completo.
Me disparan. Dos exiliados han intentado provocarme un dolor que sirviese para hacerme dejar de volar, y uno de ellos ha fallado, pero el otro también porque me ha dado en el estómago, y no creo que sus planes fuesen asesinarme en pleno abril. No soy Abbigail Failder.
Caigo al suelo, desangrándome. Los dos exiliados discuten, e incluso me dejan solo para que no les echen el muerto. Y nunca mejor dicho.
Incluso en momentos así no pierdo mi humor. Soy genial.
Podría usar mi don del milagro para curarme, pero una de las leyes de todos los dones es que no debes interferir entre la vida y la muerte directa de alguien, porque si se hace, acabarás con menos años de vida. O, al menos, eso es siempre lo que nos han dicho. Creo que nadie lo ha probado nunca por miedo, y si alguien lo hubiese hecho dudo enormemente que lo dijese a los cuatro vientos.
Me intento levantar y lo consigo, aunque me tengo que apoyar en la pared. Miro hacia dos puertas que Sera me había mostrado gracias a sus premoniciones, y sé que tengo que tomar una decisión que cambie por completo nuestra misión; entrar en la puerta que lleva a la habitación secreta de "él", o salir por la puerta de salida y abandonar a mi mejor amiga, a la que aún no han torturado físicamente por mí.
Me dirijo hacia la puerta de salida porque presiento que debo hacerlo. Tiro de ella y me encuentro delante de mis narices el mismo lugar repleto de árboles que vi en marzus, cuando los pájaros raros nos trajeron hasta aquí.
—Ya que te vas a ir sin mí, recuerda que te admití por qué me comporté raro contigo cuando desperté, tras enseñarle la premonición a Damian Colderini.
—Ya sé que tengo que hacerme el tonto cuando la vea...—mascullo, mirando mi mano totalmente manchada de sangre rosa—. Y que no debo forzar la conexión contigo.
—Hubo algo que no te dije... No estaré sola. Eso es lo único que me alegra.
Ando más deprisa porque no soporto más y logro, gracias a mi don del milagro, sentir las fuerzas necesarias para no desplomarme ahí mismo.
—Averiguaré quién ha quedado con Miane en un rato, supongo, aunque no debería alegrarte.
—Pues claro que sí. ¡Le advertí! —exclama con la voz rota—. ¡Le dije que no quedasen, y lo han hecho! Por culpa de la chica ese guardián está destinado a estar conmigo. Me alegro de veras.
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Saga meses del año III: El intercambio de octubre.
FantasyAbril ha llegado... y las premoniciones se cumplen. El libro da comienzo con la famosa huida de Augustus y su encuentro con Miane, pero la historia no tratará sobre lo que sucede después de este hecho. Irá sobre lo que sucedió entre el momento en el...