XVIII: Preocupación.

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JULIETA.

Pasan dos días desde que los cuatro contamos nuestros errores, a pesar de que fui la única que logró bajar hasta ese sitio. Mañana entraremos en la residencia junense y, aunque ahora podemos entrar con facilidad puesto que el detector no nos considerará personas ajenas, a mí me reconocerán enseguida. Pensé que con Miane sucedería lo mismo, pero se ve que los junenses no han visto muchos carteles de ella.

No quiero decirlo, pero está claro que el problema de la misión seré yo. Si me reconocen, será más fácil que todos caigamos presos. En cambio, si me ven sola y solo me capturan a mí... me sentiré inútil, como siempre, pero menos.

Alguien me da una palmadita en la espalda que me hace reaccionar; Jaden.

—¿Desde cuándo tienes ese corte en la muñeca? —inquiere.

—Jaden... —no sabía cómo decirle, de forma educada y respetuosa, que no le importaba. Más que nada porque esta conversación ya la hemos tenido varias veces—. ¿Qué quieres...?

—¡Algún día me lo tendrás que decir! —se sienta a mi lado y me coge el brazo donde se encuentra el corte que me hice meses atrás—. Bueno. En verdad no es necesario. Sé que a veces me paso de cotilla.

—"Quien mucho quiere saber, poco y al revés".

—Eso me lo decía mi madre... —me coge la mano—. Me preocupa que no esté bien.

—Por lo bien que hablas de ella estoy segura de que sí...

Desde que conocimos a Jaden no ha parado de hablar de lo valiente y luchadora que es su madre. Para mantenerle bien tuvo que casarse con su actual padrastro y hubo muchas veces que la situación se iba de control, aunque tampoco nos ha querido hablar sobre el tema.

Evan y Miane están en la misma situación que Jaden; preocupados. Aunque quizá no tanto como él, ya que Evan a veces tiene comunicaciones telepáticas con sus hermanos y mantienen conversaciones sobre su salud y bienestar. Yo soy la única de los cuatro que es huérfana, y sinceramente, lo agradezco. Mi padre falleció por mi culpa, y aunque me arrepienta enormemente de lo que sucedió, por otro lado lo prefiero. Él no era el padre ejemplar que los demás sí tuvieron.

—¿Te puedo ser sincero con algo?

—Claro... —le miro a sus ojos azules, pero él aparta la mirada.

—Es que verás... Me da miedo recordar todo. ¿Y si Nixie y yo solo nos enamoramos por ser guardianes y sentir la conexión? ¿Y si la manera en la que nos conocimos es repelente? ¿Y si en verdad ella no me amaba y estaba conmigo por estar, y la condené de todas formas?

—Cuando te conocí sentí una tristeza y un vacío enorme en ti. Estoy segura... de que te ama con la misma intensidad que tú a ella.

Parpadeo un par de veces para no llorar y respiro hondo. ¡Odio ser exageradamente sensible! Pero es que una situación así me apena muchísimo. Cualquiera diría que soy yo la que tiene el don del amor...

Jaden me aprieta la mano y comienza a llorar. Yo, que he hecho todo lo posible para mantener mis lágrimas quietas, no lo logro y ambos sollozamos juntos.

—¡Pero no llores! —exclama, sintiéndose culpable—. Nadie debería ayudarme a soportar mi dolor.

—Todos... Todos nos merecemos tener un hombro en el que apoyarnos para llorar.

Lo sabía por experiencia propia. Jaden no muestra sus verdaderos sentimientos así porque sí y yo los disimulo porque pienso que a nadie le importa realmente lo que me suceda. Ambos somos parecidos en ese aspecto, aunque no digamos las cosas por motivos distintos. Él no lo hace por incomodidad, yo no lo hago por infravaloración. Pero, por desgracia, tenemos sentimientos. Y los sentimientos malos si se guardan mucho tiempo acaban explotando.

—¡Ni siquiera sabemos dónde está con exactitud! Y si la están buscando y la vuelven a capturar... ¿qué? Ella está en peor situación que yo. No sé por qué, pero lo siento. O lo sentía...

—Tú no eres el único que está preocupado por alguien a quien quieres...—le abrazo y hundo mi cabeza en su pecho para seguir llorando. Él tampoco para—. Yo... Yo... Quiero ver a Damian ya. Él me salvó a mí la vida y estoy eternamente agradecida. Si algo le llegase a pasar... No me lo perdonaría.

—No sé por qué te salvaría la vida, pero Julieta, estará bien. Por lo que me has dicho sobre él, es un tío bastante duro.

No puedo evitar soltar una risita que se ahoga por el llanto. ¡Por supuesto que es un tío duro! Tiene el don de la violencia corriendo por sus venas...

—Nixie también... Seguro.

La puerta principal se abre y Jaden y yo nos separamos y nos secamos las lágrimas rápidamente. Lucky, el compañero de piso de Jaden, nos saluda con la mano que tiene libre ya que en la otra carga con bolsas. Obviamente, se ha percatado de que ambos hemos llorado porque tenemos la cara roja, pero no dice nada.

—Lucky, ¿y mis dos amigos que han ido contigo?

—Eso me gustaría saber —deja las bolsas encima del sofá—, porque ellos son los que traían comida.

—¡Eres realmente tonta! Si no duermes, ¿cómo pretendes que te salgan bien las cosas?

—¡Nunca he sido de dormir más de siete horas diarias! ¡Los marcenses no somos dormilones, cuatro ojos!

—Ahí están —dice Jaden con una sonrisa leve.

Miane y Evan a veces me provocan dolor de cabeza. Él, desde que Miane se recuperó del todo, se preocupa en exceso por ella. Y a Miane, si le fastidias mucho la guasa o la fiesta, se enfada. Cualquiera diría que son tal para cual. Están que no paran.

—¡Vale, chica fake!

—Hola, eh...

Ambos, que ya han llegado al salón, nos miran perplejos y él se sonroja un poco, se rasca la nuca y mira hacia otro lado. Miane, en cambio, corre hacia nosotros y nos tira de los mofletes a Jaden y a mí.

—¡Hola!

—Ya que vosotros sois los que traéis la comida, me gustaría que os pusierais de acuerdo para cocinar. Yo me encuentro un poco mal y quiero acostarme en mi cama.

—Lucky, ¿entonces luego no vas a entrenar?

—No —Lucky le tiende un papelito a Jaden—. Dáselo al maestro, ¿vale?

Jaden asiente justo cuando Evan se mete en la cocina para preparar la comida. Según lo que he oído vagamente, él no quiere que Miane cocine porque se le da mal. Ella, que es vaga, ha accedido encantada a quedarse tumbada en el sofá viendo la televisión.

—¿A qué hora tienes... el entrenamiento? —le pregunto a Jaden mientras Miane cambia de canal, indecisa.

—De ocho a once —me responde, mirando a Lucky—. Ya te contaré qué tal.

—Tienes que ir a por todas —le da un puñetazo en broma en el hombro—. ¡Tú puedes!

Lucky se va a su habitación y cierra la puerta. Jaden se guarda el papelito y suelta un suspiro.

—Jaden, chico, ¿qué te pasa? —pregunta Miane como si me hubiera leído la mente, ya que iba a hacer lo mismo—. ¿Te preocupa lo de mañana?

—Me preocupan demasiadas cosas, la verdad.

—Aunque no lo parezca, Evan tiene buenas ideas. Ya verás que esta vez todo sale bien.

—Más nos vale...—murmuro.

Aunque lo siento mucho por Evan, pero yo dudo que cumpla el plan al cien por cien.

El problema de la misión seré yo y no quiero fastidiar a Jaden.

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Saga meses del año III: El intercambio de octubre.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora