SERA-MASUMI.
Abro los ojos lentamente. Muy pegado a mí se encuentra un chico con el pelo teñido de verde oscuro y ojos café. Se llama Maximiliano y es un exiliado de mi planeta bastante experto en las consecuencias que trae consigo la luna nueva, ya que su familia tiene el don del ciclo lunar. Al ver que he reaccionado se aparta de mí y se quita unos guantes que tenía puestos.
—Por fin despiertas —dice alguien distinto a él.
Justin.
Giro la cabeza lentamente hacia mi izquierda. Él está apoyado en la pared de brazos cruzados. Se le ve bastante serio, y no precisamente por mi desmayo debido al cansancio. Estoy segura de que ha sido por lo que Augustus y yo hemos escuchado.
—¿Dónde está Augustus?
—Lo están buscando —masculla de mal humor—. Ha huido con el humano asesino ese.
—Lo que yo no entiendo es cómo es posible que haya matado a ochenta personas él solo —les digo, incrédula, ya que recuerdo las palabras de Chesum.
—No sé cómo te has enterado, pero no es tan descabellado. Aquellos humanos que están contra nuestra alianza para erradicar a los doce planetas son muy peligrosos, ya que pueden aparentar ser exiliados y nadie se daría cuenta hasta que fuese demasiado tarde. Son muy pocos, pero funcionan bien. Tienen en su poder las doce armas letales.
—¿Qué? —Maximiliano observa a Justin como si le estuviese tomando el pelo—. Eso son leyendas humanoides.
—Te recuerdo que la teoría de los doce guardianes también es una leyenda humana —se defiende Justin ante la mala mirada de Maximiliano—. Que tengan en su poder esas doce armas letales es un asunto serio.
Nunca, jamás, hubiese dicho que existen. ¿Quizá "él" las posee todas, pero se las prestado a sus compañeros humanos? Ya ni siquiera sé en qué bando está, si del nuestro o del suyo. Parece ser que la tortura a Augustus por parte de Chesum le ha hecho cambiar de opinión sobre nosotros. ¿Eso debería ser bueno?
Las doce armas letales son armas creadas por los primeros habitantes de los doce planetas, "los doce Dioses". Estas armas son doce espadas que te matan de distintas maneras y al instante. No todas funcionan por igual; algunas no hace falta que las empuñes, otras se rompen en pedazos y se recomponen como si jamás hubiese sucedido... Poco se sabe, pero una cosa estaba clara hasta ahora; para nosotros no existían.
—Maximiliano, ¿me dejas a solas con Masumi un momento?
Él no dice nada porque sabe que es una orden, aunque si quisiera podría quejarse ya que un líder convicto no tiene por qué obligar a un exiliado a hacer algo, y viceversa. A pesar de todo asiente y se va. Creo que es porque Justin le agrada.
—¿Qué será de mi libro ahora? —le pregunto, nerviosa—. Me dijiste que "él" sabía dónde estaba. Si ahora está ausente, ¿eso significa que estáis en un punto muerto?
—Ajá, pero tarde o temprano lo encontrarán y lo sabes. Aún puedo ayudarte a huir... Podría ser ahora mismo, incluso.
—¿Qué haréis con el humano asesino?
—Dado que sus acompañantes o han huido o están merodeando por aquí, camuflados, supongo que matarle.
—Y... El sombrero ese, ¿qué es de él?
Justin resopla y me coge del brazo para obligarme a caminar hacia la puerta.
—En cuestión de días os lo pondrán a ambos. Puedes huir ahora o quedarte aquí, pero si decides lo segundo nuestra alianza se romperá.
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Saga meses del año III: El intercambio de octubre.
FantasyAbril ha llegado... y las premoniciones se cumplen. El libro da comienzo con la famosa huida de Augustus y su encuentro con Miane, pero la historia no tratará sobre lo que sucede después de este hecho. Irá sobre lo que sucedió entre el momento en el...