- Estás bien? Te duele algo? Perdoname te juro que no te vi, apareciste de la nada y no pude frenar - dijo bastante alterado
- Estoy bien, me duele mucho la pierna, pero estoy bien - dije a punto de llorar, realmente dolía - y la culpa fue mía, iba escuchando música y no vi el auto
- Shh, tranquila, dejame ayudarte, te llevo al médico a que te revisen - dijo agarrándome del brazo y negué rápidamente con la cabeza
- No, no, ya se me va a pasar - murmuré sosteniéndome de su hombro para poder pararme.Cuando me paré el dolor aumentó el triple, pegué un grito de desesperación y me abracé de sus hombros con total confianza para poder mantenerme parada.
- En serio, dejame llevarte a que te revisen, de lo contrario, no voy a poder estar tranquilo - dijo preocupado y asentí.
Me llevó con cuidado hasta el auto, depositándome en el asiento del copiloto. En cinco minutos ya estábamos en emergencias, esperando a que nos atendiera un médico, el dolor persistía y ya no sabía como disimularlo para que él no se sintiera culpable.
- Cómo te llamas? - preguntó corriendo el pelo que caía sobre mi cara
- Oriana, y vos? - respondí, levantando la cabeza para poder mirarlo
- Sebastián, una lástima habernos conocido en este contexto, pero un gusto Ori - dijo extendiendo su mano y sonreí para luego hacer lo mismo
- Gracias por todo, y perdón por el garrón que te tuviste que comer por mi culpa - dije con vergüenza y él rió
- Ningún garrón, es lo mínimo que puedo hacer por vos - dijo y sonreí, por primera vez me olvidaba del dolor que sentía en la maldita pierna.No me había detenido a mirarlo hasta ahora. Era lindo, bastante lindo. Tendría unos 25 años aproximadamente, y la sonrisa extremadamente perfecta. Morocho, de ojos indefinidos, una mezcla entre gris, celeste y verde que me tenía totalmente atrapada, hipnotizada.
- No querés avisarle a tus padres o a alguien? - dijo extendiéndome su celular y negué con la cabeza
- Mis padres están de viaje, vuelven mañana y no es nada grave como para preocuparlos y hacerlos volver antes - dije y asintió - gracias igual!En ese momento dijeron mi nombre y él se paró enseguida para llevarme hasta la puerta del consultorio. Me hicieron un par de estudios, placas, etc, y lo mejor de todo es que no había sido tan grave como para poner yeso, solo tendría que hacer reposo, no apoyar el pie, por lo tanto usar muletas, que me las prestaron ahí mismo y volver dentro de un par de días para controlar que todo siguiera bien. Por suerte me dieron unos calmantes y casi ni sentía el dolor.
Intentando acostumbrarme a las muletas, caminé con ellas hasta el auto de Sebastián, él me ayudo a sentarme y emprendimos camino hasta mi casa. Durante el viaje hablamos un poco de nosotros, era muy buena onda, hasta nos pasamos nuestros celulares y se ofreció a ayudarme si necesitaba algo. Creo que era porque todavía sentía culpa por el accidente, aunque ya le hubiera explicado infinidad de veces que la culpa había sido mía.
- Gracias Seba, de verdad no se como agradecerte todo lo que me ayudaste - dije cuando llegamos a la puerta de casa
- Cualquiera en mi lugar hubiera hecho lo mismo - dijo sonriendo - mejorate eh, y cualquier cosa me llamas - agregó y asentí - ah y tene cuidado la próxima, yo venía lento con el auto, pero hay cada bestia suelta, cuidate en serio Ori
- Si, olvidate, ahora voy a estar re contra atenta. Gracias de nuevo - dije y me sonrió de oreja a oreja, uffff!Me ayudó a abrir la puerta ya que con las muletas no podía hacer todo. Apenas abrió la puerta apareció Julian preocupado. Al parecer me iba a putear hasta que se dio cuenta de que iba en muletas y su cara se transformó de golpe.