CAPÍTULO 92

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  Terminé de desayunar como diez minutos después ya que no me podía sacar de encima al pesado de Julian. Se me tiraba arriba literalmente, me robaba la comida y no paraba de reírse de todo lo que yo hacía, provocando que solo tuviera ganas de pegarle. Igual después como disculpas lo llenaba de besos. Es así de bipolar nuestra relación, o más, y eso me encanta, sino ya me hubiera aburrido hace mucho.

Tuve que volver a usar las malditas muletas para trasladarme hasta mi cuarto, elegir ropa y con extremo cuidado entrar a bañarme. Era una complicación, estuve como cinco minutos solo para entrar a la bañera. Ya no dolía tanto, pero si llegaba a apoyar el pie en el suelo seguro moriría. Julian seguramente estaba instalado con banco y todo en la puerta del baño, porque cada cinco minutos me gritaba para ver si estaba todo bien. Que ternura me daba que me cuidara tanto. Cuando salí él estaba ahí esperándome para ayudarme a bajar las escaleras. Pronto llegaban mis padres y por eso nos apuramos a salir de su cuarto, antes de que pensaran cualquier cosa.

Nos sentamos en el living a mirar una película mientras los esperábamos, yo con mi pierna lesionada apoyada sobre un almohadón arriba de la mesita y Julian recostado con su cabeza sobre mi falda, de espaldas a la tele, ignorando completamente la película. Con mis manos me encargaba de despeinarle el pelo cariñosamente mientras a él se le iban cerrando los ojos, parecía un bebe.

- Llegamos - gritó mamá apenas abrió la puerta, tan efusiva como siempre.

Julian, quien se estaba quedando prácticamente dormido sobre mis piernas, saltó de golpe y se paró al lado del sillón, derechito, mirando con un poco de miedo a mis padres. No pude evitar reír por lo bajo al notar sus nervios.

- Juli, que haces tan temprano en casa? - preguntó mamá y lo vi tragar saliva sin saber que decir, así que me vi obligada a interrumpir
- Me esta acompañando porque bueno, tuve un pequeñísimo accidente - dije señalando mi pierna y con cara de preocupación tapó su boca con ambas manos.

Papá no dijo nada, pero tenía casi la misma cara de preocupado que mamá, y de confundido también, no tenía ni idea de que yo había "vuelto" con Julian y al parecer estaba más preocupado por entender eso, que por lo que me había pasado.

- Que te pasó mi vida? - preguntó enseguida mamá, corriendo a Julian del medio y sentándose al lado mío
- Nada má, tranquila, después te explico, pero estoy bien - dije intentando calmarla y asintió

Juli se dirigió a la cocina junto con Titi, que recién se levantaba, mientras yo me senté a hablar con mis padres y les expliqué todo, incluyendo en ese "todo" mi vuelta con Julian, tenía que aclarárselos de entrada. Ellos lo querían, así que eso no fue problema, mamá sonrió de oreja a oreja cuando le conté y papá, bueno, papá solo me dijo que si me hacía feliz, también él lo era. Se hacía el duro y el celoso pero por dentro lo re bancaba a Juli, igual supongo que eso le pasa a todos los padres con sus hijas mujeres.

Durante los días que pasaron, Julian no se separó ni un momento de mí, solo se iba para dormir pero por la mañana ya estaba instalado en casa. Me acompañaba al médico para todos mis chequeos, salíamos a caminar sin muletas, yo sosteniéndome de su hombro mientras él me ayudaba a ejercitar mi pie, que de a poco iba mejorando y hasta estaba empezando a apoyarlo con muchísimo cuidado.

Ya estábamos a miércoles. Primer día de colegio, primer día del infierno. Era mi último primer día, ya que era nuestro último año, y con las chicas nos habíamos propuesto disfrutarlo al máximo desde el principio. Me desperté cuando sonó mi celular, a las siete de la mañana. Era una llamada de Julian, la alarma la había puesto a las seis pero seguramente ni la escuché.

- Hola - dije con voz de dormida y lo escuché reírse del otro lado
- Gorda, te dormiste?
- Mmmjjj - fue mi forma de asentir
- Estoy afuera de tu casa, me dijiste que te pasara a buscar a las siete, dale apurate que llegas tarde - dijo en tono de padre
- Era una mentirita piadosa, entro a las ocho. Te dije eso para estar con vos un rato - dije sincera, aún con la voz medio ronca
- Que chanta que sos - dijo entre risas y sonreí
- Dale tarado, toca timbre y que te abran porque no tengo ganas de moverme - dije desperezándome un poco
- Vaga - se quejó antes de cortar y en menos de dos segundos el timbre sonó.

Reencuentros - OrianDonde viven las historias. Descúbrelo ahora