Baje las escaleras como pude y cuando voy a salir al jardín me encuentro con Francisco. Me miraba raro, seguramente mi cara estaba delatando lo mal que me sentía en ese momento. No lo dudé ni un segundo y me colgué de su cuello, abrazándolo muy fuerte. Las lágrimas no tardaron en caer, y él solo acariciaba mi pelo mientras pedía que me calmara.
- Que pasó Ori? - preguntó preocupado
- Por favor sacáme de acá, ya - le supliqué inundada en lágrimas
- Qué? - preguntó sorprendido separándose de mí
- No quiero estar más acá, por favor llevame a mi casa
- Esta bien tranquila - hizo una pausa - no traje el auto, pero vamos en taxi
- Si, si, por favor - dije agarrando su mano y empujándolo hacia la puerta de entrada.Él no entendía mucho lo que estaba pasando pero me daba ternura que aún así me acompañara y me bancara. Se detuvo a abrir la puerta con llave y mientras lo hacía me di la vuelta, me sentía observada y sí, ahí estaba él, Julian, al borde de la escalera, con los brazos cruzados sobre su pecho, mirándonos fijo. Giré rápidamente mi cabeza hacia donde estaba Fran cuando logró abrir la puerta y antes de cerrarla pude ver a Julian dándole un golpe con el puño cerrado a la pared y automáticamente cerré los ojos, me había dolido hasta a mí.
Nos sentamos en los escalones de afuera mientras Fran pedía un taxi, no tenía fuerzas para hablar así que simplemente apoyé mi cabeza sobre su hombro y él me abrazó. Así nos quedamos por unos minutos, en silencio, hasta que llegó el taxi y él se paró rápidamente, extendiendo su mano para que lo siguiera. El viaje fue corto, no era tan lejos mi casa, me bajé luego de que Fran pagara e insistí en subir a buscar plata pero me lo prohibió.
- Cuidate Ori, cualquier cosa me llamás, estoy para lo que necesites - dijo sosteniendo con ambas manos mis hombros
- Qué? Ya te vas?
- Y si, vivo acá a la vuelta, en cinco minutos ya estoy en casa - dijo sonriendo
- Genial, igual me refería a que te podías quedar un rato, si querés...
- Prefiero que no, estas mal y no te quiero invadir, necesitas descansar - dijo acariciando mi mejilla y sonreí, por primera vez luego de lo sucedido con Julian
- No Fran, necesito hablar con alguien, aunque sea cinco minutos, por favor - dije y asintió con la cabeza.Noté que estaba un poco incómodo al venir a casa así que aprovechando que hacía calor, le sugerí que nos sentáramos ahí afuera, en un banco que había y él aceptó. Le conté todo lo que había pasado con Julian, no se por qué pero le tenía confianza, me gustaba como me escuchaba y aconsejaba, siempre tenía las palabras justas. Le dije la verdad, que me había sentido usada, que Julian había hecho todo eso para "marcar territorio" por así decirlo y sólo porque vio una posible competencia en Fran. Como que necesitaba sentir que me perdía para reaccionar, y eso me había molestado muchísimo. Descargué toda mi bronca con Fran y al cabo de unos minutos ya me había relajado y aliviado. Nos quedamos hablando un rato largo, ya habíamos cambiado de tema y hasta me había vuelto a reír. El cielo empezó a aclararse y recién ahí nos dimos cuenta de que estaba amaneciendo, perdí la cuenta de la cantidad de horas que habíamos estado hablando y realmente me sorprendí.
- Como que ya me tendría que ir yendo no? Se nos hizo un poquito tarde - dijo sonriendo y asentí
- Gracias, por todo, en serio - dije parándome y él hizo lo mismo
- No me tenés que agradecer nada - dijo sosteniendo mis manos - cuando me necesites yo estoy, sabes? - asentí sonriendo y él se acercó y me dio un beso en la frente, aún con nuestras manos agarradas las cuales caían a nuestros costados.Cerré los ojos por unos segundos y cuando él se separo, como por impulso, aprovechando la cercanía, atrapé sus labios con los míos. No se resistió mucho y me siguió el beso, el cual, a diferencia del de Julian, era suave, lento, y tierno. Separé nuestras manos para rodear su cuello con una, acariciándole el pelo y con la otra lo sostuve firme por la nuca. Él solo rodeó mi cintura y deposito sus manos en algún lugar de mi espalda. Nos separamos por un segundo pero la sonrisa que hizo me impulsó a besarlo de nuevo, dispuesta a no soltarlo hasta que me quedara sin aire y no tuviera otra opción. Eran sin dudas diferentes a los besos de Julian, simplemente porque los besos no se pueden comparar entre sí, y las personas tampoco. Obviamente no sentí lo mismo que con él, es que lo que me pasaba con Julian era algo de otro mundo, prácticamente insuperable, pero no puedo negar que me gustó, y me gustó bastante. Y así nos quedamos, abrazados, besándonos, con el amanecer como único testigo.