Me quedé dormida ese domingo luego de mandarle un mensaje a Julian pero me levanté el lunes sin su respuesta. Me pareció bastante raro, no solo eso sino también su actitud la tarde anterior, y que no me haya pasado a buscar para llevarme al colegio. Decidí ir caminando esta vez, ya que no quedaba tan lejos y me iba a tranquilizar un poco caminar, sentir el viento en mi cara, y no pensar tanto en él.
Faltaban unas tres o cuatro cuadras para llegar cuando escuché una bocina y un auto frenó a mi lado. Supuse que era Julian que me quería dar una sorpresa pero realmente me llevé una sorpresa cuando vi que el que manejaba el auto no era Julian, sino Sebastián.
- Subite Ori, te alcanzo hasta el colegio
- No, gracias - dije completamente segura y seguí caminando
- Dale, subí, vas a llegar tarde sino - insistió y bufé, tenía razón, no me quedaba otra.Sin decir ni una palabra di la vuelta al auto para abrir la puerta del copiloto y sentarme a su lado. No puedo negar que me sentía demasiado incómoda. Desde la charla telefónica que tuvimos no habíamos vuelto a cruzar palabra, y de todos los mensajes que me mandó no le respondí ni uno.
- Buen día no? - largó con una sonrisa, como si nada hubiese pasado
- Hola, gracias - dije cortante - digo, por llevarme - aclaré, un tanto nerviosa
- No me agradezcas, me vino bárbaro, necesitaba hablar con vos
- No tengo ganas de hablar - dije mirando por la ventanilla
- Yo si - fue lo único que dijo antes de estacionar el auto bruscamente en una calle bastante desierta
- Que haces? Estas loco? - pregunté ya bastante alterada - A donde me trajiste?
- A ningún lado, solo quiero hablar, y veo que por las buenas no se puede - dijo con una tranquilidad que a mi me ponía más nerviosa aún
- Voy a llegar tarde, arranca el auto - le supliqué pero no movió un pelo
- Tenés clase conmigo ahora, así que no te preocupes por eso - dijo girándose para quedar de frente a mí - tranquila, no me vas a decir que me tenés miedo? - preguntó riendo y negué rápidamente con la cabeza
- No te tengo miedo, pero me pone incómoda esta situación, entendéme - dije mirándolo a los ojos y él asintió, poniéndose serio
- Ya lo se, perdoname - dijo llevando una mano a mi mejilla, lo cual me genero algo demasiado raro - pero te juro que necesito largar todo, no me puedo seguir aguantando esto
- Te escucho, hablá - dije luego de largar un suspiro
- Bueno, a ver... Mira, yo se que estas con otro, me molesta, pero lo entiendo - dijo y asentí - ahora entendeme vos a mi. Entendé que esto me pasa desde que te vi tirada ahí adelante de mi auto, desde que confiaste en mi sin ni siquiera saber quien era, desde que aún habiéndote lastimado y aún sintiéndote mal vos me regalaste esa hermosa sonrisa que tenés. Desde ese día que no te puedo sacar de mi cabeza, y te juro que lo intento eh, pero no, no puedo, sos... sos tan perfecta - dijo con una voz suave, mientras secaba un par de lágrimas que no pude evitar derramar
- Seba yo... Te juro que no sabía nada, nunca me imaginé que te estaba pasando esto, y tampoco pensé que iba tan en serio
- Ya se, pero pensé que debías saberlo - dijo agachando la mirada
- Perdón, por haber reaccionado así, por no contestarte los mensajes, por ser tan pendeja. Es que no se como reaccionar, no se que se hace ante algo así - dije levantando su cabeza para que me mirara - no se que decirte
- Shh, no digas nada - murmuró acercándose a mí.Mi corazón se paró por un momento y luego empezó a latir aceleradísimo cuando tuve su cara a centímetros de la mía. No podía moverme, no sabía que hacer, estaba totalmente dominada por mis nervios, y eso no parecía ser nada bueno. Ya podía sentir su respiración algo agitada chocando con la mía. Sus ojos no se desprendían de los míos y cada vez se aproximaba más. Lo veía venir pero no hacía nada para frenarlo, no podía. Una de sus manos se aferró a mi cintura y con la otra acercó mi cara aún más a la suya. Ahora tan solo un par de milímetros nos separaban. Su mirada estaba fija en mis labios, analizándolos detenidamente.
Fue en cuestión de segundos que de un solo movimiento logró acortar la mínima distancia que nos separaba y sus labios chocaron con los míos, generándome algo que no pude controlar. No tarde nada en seguirle el ritmo, algo lento, pausado, pero con ganas. Estuvimos un rato así, no puedo diferenciar si fueron segundos o minutos, pero lo que puedo asegurar es que sus labios encajaban de manera exacta con los míos, guiándolos a la perfección.