Me desperté con el ruido que provocaba el viento al golpear contra la ventana del cuarto. Un frío me invadió y lo primero que hice, luego de tapar mi cabeza con las sábanas, fue estirar mi mano, buscándolo a él. No estaba ahí, estaba completamente sola.
Recordé todo lo que había pasado la noche anterior y automáticamente una sonrisa se dibujó en mi rostro. Definitivamente había sido real, no lo había soñado.
No se por qué hacía tanto frío en pleno Enero. Por la ventana podía ver el viento que había y eso solo me daba ganas de seguir durmiendo, pero abrazada a Julian.
Con toda la pereza del mundo me dirigí al baño para darme una ducha. Cuando salí él tampoco estaba, así que me vestí y bajé las escaleras para buscarlo abajo. No habían rastros de Julian, ni de nadie, seguramente todos seguían durmiendo.
Volví al cuarto en busca de mi celular, revolví todo hasta encontrarlo en el bolsillo del short que tenía la noche anterior, el cual estaba tirado a un costado de la cama. No tenía ningún mensaje, así que le escribí yo.
"Juli, donde estás?"
"Buen día Ori! No te quise despertar porque estaba feo el día y vos estabas muy linda durmiendo. Me vine a la playa, para caminar un poco y pensar. Ya sabes como soy... En un rato estoy ahí, te amo" - me contestó a los pocos minutos y mi sonrisa volvió, no podía ser más tierno.
Guardé el celular en el bolsillo y me puse la campera que él me había prestado para salir. Realmente hacía frío y un viento terrible, así que me puse la capucha y emprendí camino hacia la playa, a ver si lo encontraba. Solo necesitaba verlo.
No había nadie en la playa, obviamente, por lo tanto no me costó nada encontrarlo con la mirada. Estaba sentado sobre la arena a muy poca distancia del mar, tanto que el agua que arrastraban las olas llegaba a tocar sus pies.
Sin dudarlo caminé hacia allí, en silencio, para sentarme tras él y rodear con mis brazos su cintura. No dijo nada, simplemente depositó sus manos sobre las mías y tiró su cabeza para atrás, con los ojos cerrados, hasta apoyarla sobre mi hombro. Respiró hondo y pegué mi cara con la suya, para luego esconderla en su cuello y dejar un par de besos ahí.
Era increíble la paz que se sentía, teníamos el mar en frente, el ruido de las olas, el viento golpeándonos con fuerza y el sonido de nuestras respiraciones coordinadas.
- Estás bien? - me animé a preguntar luego de unos minutos y él solo asintió, sin abrir los ojos en ningún momento
- Te pasa algo? - insistí y negó con la cabeza, con una tranquilidad envidiable
- Entonces, en qué pensás? - pregunté varios minutos después y él se encogió de hombros
- En todo - dijo finalmente y mi confusión aumentó el doble
- Uh, me das miedo cuando estás tan pensativo - dije luego de un suspiro y él esbozó una leve sonrisa
- Miedo? Por qué? - preguntó abriendo los ojos por primera vez y girando la cabeza sobre mi hombro para mirarme
- Porque si, siento que nunca voy a entender tu cabeza - dije acariciándole el pelo y el frunció el ceño mientras me escuchaba atentamente - es como un mundo aparte, siempre pensás más de lo que decís
- Yo siempre te digo lo que pienso
- Sí? Siempre? - pregunté y él se limitó a asentir, con seriedad - Que pensás ahora?
- Pienso en nosotros - hizo una pausa un tanto prolongada, mientras volvía su mirada al mar - En cómo la vida nos sigue dando oportunidades para que estemos juntos, y, a pesar de todo y de todos, siempre terminamos así, juntos - explicó y mis ojos se llenaron de lágrimas.Dejé un sentido beso en su mejilla y él continuó hablando - No debe ser casualidad que nos hayamos reencontrado después de ocho años, y tampoco creo que todo lo que nos pasó en el último año haya sido casualidad
- No existen las casualidades, nosotros nos teníamos que reencontrar y así fue, no le encuentro otra explicación posible - dije a medida que las lágrimas recorrían lentamente mi rostro y él se dio vuelta para acomodarse de frente a mí, secándolas con sus dedos para luego dejar un beso en mi frente
- Hoy hace un año de ese día, que te ahogaste y yo te rescaté, te acordás? - preguntó con los ojos brillosos y asentí, derramando cada vez más lágrimas - Fue acá, en este mismo lugar - agregó señalando el mar
- Cómo me voy a olvidar de eso? - pregunté con la voz quebrada y él solo sonrió - Hace un año me salvaste la vida y me la cambiaste totalmente, para siempre
- Justamente por eso - dijo mirándome fijo a los ojos - quiero que estemos juntos, hasta que la vida se canse de darnos oportunidades, juntos, vos y yo, nadie más - mi corazón empezó a latir cada vez más fuerte a medida que escuchaba sus palabras
- Eso es una propuesta? - pregunté sonriendo más que nunca
- Sí, es una propuesta - dijo sincero, sosteniendo mis manos entre las suyas - Gorda, yo quiero estar con vos, siempre, verte sonreír así, todos los días. Pelearnos por pavadas y que las reconciliaciones sean como la de ayer a la noche, despertarme y verte dormida, a mi lado, abrazándome como hoy a la mañana. Bancarme tus histeriqueos y que vos te aguantes mis celos estúpidos - hizo una pausa en la que no apartó su mirada de la mía en ningún momento - Vos no querés eso? Ser... mi novia? Así, con titulo...Quedé paralizada, por la última frase e inundada en lágrimas por todas las cosas que mencionó anteriormente. Lo único que me salió hacer fue abalanzarme sobre él, demostrar con un beso que quería exactamente todo lo mismo, y más. Soltó mis manos para llevar las suyas a mi nuca y acercarme más para profundizar el beso. Yo simplemente rodee su cintura con mis brazos, aferrándome con fuerza a él. Nos separamos con una sonrisa y apoyé con delicadeza mi frente sobre la suya, mientras él me miraba expectante.
- Y? Que decís? - murmuró cerca de mis labios
- Que sí, digo que sí. Yo quiero lo mismo, quiero ser tu novia, quiero estar con vos, siempre - respondí sincera, mirándolo a los ojos y su sonrisa se ensancho aún más - Y digo que te amo, mas que a nada en el mundo, te amo - dije cerrando los ojos y esta vez me besó el, con demasiada ternura.- Yo.... Te.... Amo.... Más - susurró sobre mis labios entre cada beso.
Sonreí para luego esconder mi cabeza en su cuello, besándolo y resguardándome del frío. Él me rodeó con sus brazos y nos quedamos así, juntos, en ese lugar que ya era prácticamente nuestro. Demostrándonos todo lo que nos queremos, en silencio. Prometiendo estar juntos, sin importarnos nada ni nadie. Solos los dos. SIEMPRE.