Las vacaciones de verano han llegado a su fin y con ellas muchos de los romances que se iniciaron. ¿Que comienza ahora? ¡Pues si! Un nuevo curso en Hogwarts, ¿podrán nuestras parejas favoritas sobrevivir a la monotonía de las clases y el estrés que...
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Odiaba los TIMOS, era como si no fueran a llegar nunca, lo que por un lado estaba bien, no me sentía preparada para enfrentarlos. Suspiré al ver a Justin apoyado al lado de la puerta de la biblioteca.
—Hola, florecilla—dijo con una gran sonrisa, elevé una ceja—Oh, vamos, no me mires de esa manera, pensé que después de perder la final, te vendrían bien unos mimos en la biblioteca.
—Ya te dije que no me gustas, Justin—dije mientras abría la puerta de la biblioteca—Solo te llamé porque esa tinta no se borraba.
—Pero me llamaste que es lo importante—dijo antes de encogerse de hombros. Bufé y entré en la biblioteca. Claro que él me siguió.
—¿Por qué te cuesta tanto darme una cita, florecilla?—se quejó mientras se sentaba en una silla a mi lado—Si soy muy simpático, además dijiste que te parecía guapo.
—Estaba generalizando—dije mientras abría mi pergamino.
—Pero me llamaste guapo.
—¿Siempre eres así de insufrible?—pregunté antes de rodar los ojos.
—Solo cuando me gusta una chica—dijo mientras apartaba un mechón de mi cara. Retiré mi cara de su mano pero no pude evitar una sonrisa—¿Ves? Te hago sonreír, solo por eso deberías dejarme que te lleve a una cita.
—Por si no te has dado cuenta, tengo mucho que estudiar—dije mientras negaba.
—Puedo ayudarte y consideraremos esto como nuestra primera cita—dijo, elevé una ceja—No me mires así, florecilla, soy Ravenclaw, esto no tiene ninguna dificultad para mi.
—¿Ravenclaw?—pregunté, él asintió—¿Tienes muchos más secretos?
—Unos cuántos—respondió con esa maldita y sensual sonrisa decorando sus labios—Pero si me das una cita, prometo contarte cada uno de ellos.
—No pienso darte una cita.
—Oh, florecilla, no solo vas a darme una cita.
—¿Que más te voy a dar?
—Vas a querer entregarme una vida entera—murmuró, sus ojos marrones se clavaron en los míos. Brillaban de manera especial—Porque vas a acabar irremediablemente enamorada de mi.
Abrí la boca sin saber bien que decir, él me miró con una sonrisa, su lengua estaba presionada en su colmillo derecho.
—Deja de mirarme y ponte a estudiar—susurró mientras golpeaba mi libro con su dedo—No quiero suponer una distracción.
Sonreí y asentí antes de devolver mi mirada al libro. Su brazo se estiró por el respaldo de mi silla, se inclinó un poco para mirar que estaba leyendo, ¿por qué olía tan bien? Me miró y sonrió.
