Las vacaciones de verano han llegado a su fin y con ellas muchos de los romances que se iniciaron. ¿Que comienza ahora? ¡Pues si! Un nuevo curso en Hogwarts, ¿podrán nuestras parejas favoritas sobrevivir a la monotonía de las clases y el estrés que...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Retuve una sonrisa antes de acercarme a Daphne. Rodeé sus hombros con mi brazo, su mirada se clavó en mi.
—Se te nota mucho—susurré.
—Tengo tantas ganas de ir ahí y sacarle esos bonitos ojos azules con una cuchara—bufó, James estaba sentado en la mesa de los leones con Hannah en su regazo—Y puede que después se los diera de comer a mi hipogrifo.
—¿Tienes un hipogrifo?
—No pero, debería—dijo mientras corría un mechón de su pelo detrás de su oreja—Le pediré uno a papi para mi cumpleaños.
Solté una pequeña carcajada antes de besar su sien.
—Me voy—dije—¿Te veo luego?
—Espero que te vayas a entrenar, Slytherin os va a machacar en la final.
Se encogió de hombros. Hice una mueca y pellizque su nariz con dos dedos.
—En tus mejores sueños, quizás.
Ella rió.
—Entonces, ¿serás buena y más tarde me ayudarás con mi examen de pociones?—pregunté mientras batía mis pestañas.
—Vale, pero, solo por hoy—dijo, asentí antes de darle un abrazo.
Vi a Lily salir a paso ligero del Gran Comedor. Me alejé de Daphne y la seguí. La encontré con la espalda apoyada en la pared y la cabeza gacha, me acerqué a ella con cuidado.
—¿Estás bien, Lilu?—pregunté, levantó la cabeza. Tenía los ojos llenos de lágrimas, tuve que reprimir el impulso de retirarlas de sus mejillas.
—¡MIERDA! Claro que no estoy bien—se quejó, se sorbió la nariz antes de retirar sus lágrimas—Joder, Lorcan, eres la única persona que quiero que me consuele pero estas por ahí besuqueando y susurrando a Malfoy.
—Yo no estoy saliendo con Daphne.
—Ya lo sé, tú prefieres relaciones abiertas—dijo, su voz se endureció—Así si te lías con otra, no cuenta como traición.
—¿Todos los Potter tenéis esa vena dramática?—pregunté, su ceño se frunció aún más—Si, vale, cometí un error pero ni siquiera me has dejado que te explique o que me disculpe.
—¡ERES UN IDIOTA, LORCAN SCAMANDER!—gritó ella mientras me empujaba con sus manos en mi pecho—¿Piensas que una disculpa será suficiente? Me traicionaste y rompiste tu promesa, dijiste que me querías y que esperarías el tiempo que hiciera falta.
