Глава четвертая: темные дни часть-1

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─Te traje algo de comida Yuratchka.


El anciano dejo el plato con sopa en el velador, suspiro pesadamente al ver a su nieto envuelto en las sábanas sin intención alguna de moverse, se sentó en el borde de la cama acariciando la espalda del menor.


─Yura tienes que comer, ambos necesitan alimentarse─ Trato de destaparlo en un intento inútil.

─¡No! Yo no tengo nada, ¡Nada! ─ Bramo mientras se levantaba he iba a un rincón alejado de la cama.

─Ya hemos hablado de esto.

─No.

─Debes comer Yuratchka, quieras o no tendrás que hacerlo, tienes hambre lo sé, por favor por mi hazlo.

El joven se abrazó a si mismo mientras ocultaba el rostro tras su flequillo. Nikolai rindiéndose se levantó.

─Dejaré la comida ahí, iré a hacer las compras, regreso pronto.


Yuri no contesto, solo volvió a recostarse y taparse con las sábanas.

Libero el aire de sus pulmones mientras salía cerrando la puerta, tomo su abrigo y gorra junto a la billetera y llaves.

Aspiro el aire antes de abrir la puerta y abandonar la cabaña, el super estaba cerca por lo que no demoraría en regresar.

Su nieto había regresado con él hace ya tres meses, claro que se alegró mucho de tenerlo de regreso, Yuri siempre viajaba y era poco el tiempo que podían compartir, se sentía muy orgulloso de su nieto, era todo un orgullo.

*


Ese día había llegado sin avisar sorprendiéndolo, él no hizo más que acercarse a él y abrazarlo con fuerza.

No se esperó el llanto que fue derramado en su pecho.

Y por más que preguntó su nieto permaneció mudo, sollozando.

Fue su instinto el que le grito que algo estaba mal, muy mal.

Yuri había llegado con una gran maleta y para sorpresa suya también su gato estaba ahí, no preguntó cuándo llevo las cosas dentro, ni interrumpió el llanto de su nieto, solo se limitó a consolarlo.

Fue que pasado un tiempo el pequeño ruso hipaba, más las lágrimas había por fin frenado, teniéndolo más tranquilo fue que Nikolai se animó a cuestionar la razón de su llorar. Pero Yuri se negó a hablar, más el miedo expresado en aquel rostro y aquel inconfundible aroma basto para comprender.

Apretó los dientes con furia e impotencia mientras palmeaba la delgada espalda, su nieto había tenido su primer celo lejos de casa, lejos de su protección, a merced de la sociedad cruel. Sabía que el día de su primer celo llegaría, pero nunca creyó que lo haría tan pronto. Fallo al no instruirlo como debería, jamás le hablo de aquella etapa que solo afronto, una vulnerabilidad que solo los omegas sufrían y que un alfa aprovecharía. Y mientras lo consolaba no pudo evitar reprocharse a sí mismo su falta de accionar, si hubiese tenido ese tipo de conversaciones, si tan solo hubiese sido más cuidadoso con su condición.

καλοψία  #PGP2018Donde viven las historias. Descúbrelo ahora