Глава седьмая. Рука помощи

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Sintió dolor.

Sintió frio.

Y luego una paz, creyó que aquella oscuridad lo asustaría, que todo lo malo volvería y que el sufrimiento se expandiría.

Pero la que lo recibió fue aquella paz que siempre había estado buscando.

Sin sufrimiento, ni dolor.

No había nada y eso le gustaba.

Después de tanto, ya no quería seguir luchando, no le quedaban fuerzas y quizá ya había llegado su hora.

Se dejó caer cual peso muerto a esa tranquilidad, recordando sus días de antaño cuando el dolor no era parte de su léxico ni de su piel.

Cuando lo escuchó.

"Mamá"

Esa voz le era familiar, la conocía y creaba un sentimiento de calidez en su pecho, tan dulce que era mucho mejor que aquella oscuridad.

¿De dónde provenía?

Trató de hallarla, pero solo la negrura del lugar era lo que sus ojos llegaban a ver, fue entonces que la paz se disipo y un sentimiento de angustia se instaló en su pecho.

Necesitaba saber a quién le pertenecía, de donde venía.

Trato de moverse, buscaba desesperadamente oírla.


"Mamá"


Sin duda esa voz era especial.

No le perecía a su abuelo, era a un niño, sin duda esa voz que ahora podía oír con mayor claridad le pertenecía a un infante, un niño.

Su niño.

Anielka.

Trato de gritar y de contestar, de parar su llanto y abrazarlo entre sus brazos. Pero su cuerpo parecía pesado, tan solo hundiéndose más en aquel lugar.

Estiro los brazos a lo que esperaba sea la salida.

Quería vivir.

Por su pequeño hijo, Yuri aun quería vivir.

Rezó y rogo.

Quería vivir, quería vivir.


─ Ha despertado, tomará un tiempo para que se recupere, pero está fuera de peligro.

A penas podía abrir los ojos, aquella luz lo lastimaba. Trató de hablar más sus labios se encontraban sellados y su boca reseca.

─Gracias por venir.

─Debería cuidar más a su omega, esta vez tuvo suerte y llego a tiempo, pero por lo frágil de su condición no soportará algo así de nuevo.

─Lo entiendo doctor.

─Hay algunas cosas que debo conversar con usted, dejemos que el paciente descanse.


Pudo oír la puerta cerrarse y aquellas voces alejarse, trato de acostumbrar sus ojos a la luz.

No reconocía nada de aquel lugar, esa no era su casa, tampoco era un hospital, ¿En dónde estaba?

Trato de moverse. Un respingo de dolor cayó sobre su brazo cuando sintió la aguja del suero clavada en este. Comenzó a mover los dedos con lentitud, de hecho, cada acción le resultaba sumamente lenta.

καλοψία  #PGP2018Donde viven las historias. Descúbrelo ahora