Глава пятая. Единственное желание

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Sirvió el chocolate caliente en uno de los vasos de plástico, agradeció a la clienta del día mientras cobraba, se subió el cuello de la casaca mientras servía algo de café para el beta que comía sentado al lado del puesto. A pesar de que el invierno ya había llegado las personas no dejaban de trabajar y él no era la excepción, ahora más que nunca tenía que hacerlo, pues cuando las nevadas comiencen no tendría oportunidad de trabajar.

Suspiro mientras lavaba los platos sucios, sus manos ya pálidas temblaban por el frio, pero no iba a detenerse, al menos no hoy.


─¡Mami! ─ Anielka le mostraba con insistencia uno de los dibujos que había hecho, su pequeño retoño estaba de vacaciones y como de costumbre Yuri solía llevarlo siempre con él, le echó un vistazo al papel para sonreírle.

─Está hermoso, pero mami ahora está ocupado si, siéntate y sigue dibujando.


Anielka asintió y regreso sobre sus pasos, pero aburrido de estar sentado decidió jugar con la nieve formando pequeños muñecos, lanzo una pequeña bola y fue corriendo tras ella, no paso mucho cuando al levantarse reconoció una figura que estaba a punto de cruzar. Con una inocente sonrisa el infante alzo los brazos mientras llamaba.


─¡Señod!

Otabek giro la vista mientras el pequeño se le acercaba, rápidamente se giró hacia el rubio que estaba atiborrado de personas.

─No deberías acercarte a extraños.

─Uste no es un estraño, ayudo a mi mamá.

─Si, pero es peligroso que estés fuera de la vista de tu madre, regresa a su lado.

─Mi mama hizo pirozki, ¿Te gustan los pirozki? ¡Pirozki! ─ El niño jalo del abrigo al mayor, sin poder oponerse Otabek dejo que lo guiara.

─ ¡Anielka! ─ La voz dura del rubio hizo que el menor frenara su avance y pegue un brinco del susto ─ ¡Ven aquí ahora! ─ Los ojos azules vieron con cierto brillo los oscuros de Otabek.

─Está bien, voy a acompañarte.

Asintiendo el menor camino seguido del kazajo que evitaba aquella mirada molesta del omega.

─Mami...

─Te dije que te quedarás sentado dibujando.

─Yo, yo estaba jugando, y vi al señod y me acerque, mama no te molestes─ Un puchero se formó en los pálidos labios del menor, Yuri no pudiendo seguir con el regaño saco una bufanda de la mochila que traía consigo, la envolvió en el cuello de su pequeño y acarició sus cabellos.

─No vuelvas a alejarte de mamá.

─¡Si! ─ Respondió con fuerza ─ Mamá el señod quiere probad pirozki.

Yuri al fin se dignó a dirigirle la mirada al moreno que había permanecido cerca de ambos.

─Gracias por cuidarlo, siempre estoy causándole problemas.

─No me agradezcas, solo hago lo correcto─ Respondió con rapidez.

─Tome, no es mucho...

─¿Cuánto es?

καλοψία  #PGP2018Donde viven las historias. Descúbrelo ahora