Глава девятнадцатая: Хранитель

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Dejó con brusquedad el celular sobre la mesa, paso ambas manos por su rostro y suspiro con pesar, Yuri llevaba evitándolo toda la semana, unos días después del incidente sobre enseñarle a patinar el omega había vuelto a su actitud defensiva, aquella con la que lo conoció por lo que poco a poco fue dejando de ir a la cabaña del rubio, claro que le envía un mensaje entre días preguntando por su salud y la del cachorro, mensajes que a veces eran respondidos.

Todo desencadenado por la idea de enseñarle a patinar a Anielka, debía de haber más, su instinto se lo advertía solo que temía que si de indagar podría afectar al omega de alguna manera.


─ ¿Problemas maritales? ─ Levantó la mirada del escritorio topándose con la mirada de su compañero de trabajo. ─Toque la puerta pero no hiciste caso─


─Lo siento, no lo oí─


─Por tu semblante y la manera en como miras el dibujo deduje lo que podría estar ocurriéndote─ Hablo dejando los papeles sobre el escritorio ─ Pero las omegas son así de complejas, mi esposa solía evitarme cuando estaba en esos días─


─ ¿Esos días? ─


─El calor, ya sabes el celo─


Para Otabek fue como si soltasen un balde de agua helada en su encima, no lo había pensado, ni muy remotamente había imaginado que ese sería el motivo del cambio radical del omega, iba a suspirar de alivio cuando un recuerdo lo golpeó sin aviso. La imagen de Yuri cuando lo conoció llego hasta él, aquel día cuando encontró a Anielka llorando mientras Yuri era abusado.

Recordó que Yuri no usaba supresores, si no que bebía mates, mates que no siempre eran eficientes, sus alarmas se dispararon haciendo que se levante con rapidez de su escritorio y tome su saco y maletín.

Yuri no estaba a salvo.


─Gracias─


─No hay de que, somos compañeros─ Hablo con amabilidad.


─Saldré antes hoy─ Aviso mientras avanzaba a la salida sin esperar respuesta del otro alfa.


Mentiría si dijera que no estaba preocupado, claro que lo estaba, Yuri trabaja hasta que el número de personas en la calle desapareciese y los faroles sean encendidos, a esas horas nadie iba a ayudarlo si es que algo le pasaba, miró la hora en su reloj, 7:58 pm. Se detuvo en una farmacia y compró un paquete de supresores para luego reanudar su camino hacia aquella esquina.

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