глава шесть: темные дни часть-2

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Se levantó botando con brusquedad las sabanas a un lado, no necesitaba encender las luces, conocía el camino de memoria.

Desde que había comenzado el cuarto mes la sensación de querer ir al baño lo atormentaban por las noches, eso y el incómodo abultamiento que comenzaba a presentar. Era una molestia y eso solo le creaba sentimientos de repulsión. Volvió a su cama donde su fiel gato lo esperaba, aún era oscuro afuera por lo que decidió volver a tratar de dormir.

Dormir.

Era el único consuelo que había hallado para esa situación, ni su abuelo ni la amiga de él lo apoyaban en su idea de abortar, para Yuri era la solución más práctica, tan solo deshacerse de eso, nadie tenía porque sufrir, su vida no tendría que cambiar tanto. Eso no lo sentiría, no tenía vida.

Era lo que Yuri quería pensar.

No paso mucho antes de que tuviese que contraerse de dolor, su abdomen le dolía y sentía molestias, muchas molestias. Quería llorar, todo lo que le estaba pasando lo aterraba, le parecía tan irreal, pero ese bulto no era mentira, eso estaba ahí.

Al salir el sol como de costumbre Nikolai entro con un palto de comida y no se retiraba hasta que aquel plato quedase vacío. Al inicio Yuri se había negado a probar bocado alguno, para Nikolai había sido una lucha constante con el menor, mañanas llenas de gritos, llantos, insultos y maldiciones que terminaban con su nieto comiendo bajo su estricta mirada, aunque luego lo devolviera horas más tarde al retrete.

Luego del desayuno Nikolai realizaba la limpieza del cuarto y de la casa, Yuri permanecía el día entero metido en su habitación, recostado en su cama, con el cuerpo en aquel lugar pero la mente muy lejos. Casi ni hablaba, y cuando lo hacía eran en sus ataques de histeria o para responder con monosílabos a su abuelo. Como era una costumbre Katiuska seguía de cerca el progreso de Yuri, asistía una vez por semana a revisarlo, a él y a su cosa, le hablaba y recetaba vitaminas para luego retirarse indicándole que si tenía alguna consulta no dudase en hablar con ella.

Como si fuera a hacerlo.

Para Yuri si aquello que parasitaba su interior muriese sería una gran noticia que se aseguraría de celebrar.


**


Salió de la ducha cubierto con una gran toalla, iba secándose el cabello cuando paso frente a su espejo.

Quizá fue un impulso, una curiosidad.

La toalla resbalo por su piel hasta caer al suelo con suma lentitud.

Miro su cuerpo, no ese ya no era su cuerpo, aquel cuerpo del patinador Yuri Plisetsky desaparecía detrás de la figura que veía.

Sus pechos estaban ligeramente un poco más hinchados, sus pezones habían cambiado su color rosado a una coloración oscura y ahí, aunque sus ojos se negaban posarse sobre él, su hinchado abdomen lo anunciaba en mutismo.

Esa cosa seguía viva.

Ahogó un grito cuando vio la sangre en sus manos, corrió al lavadero alzando la cabeza y tapándose la nariz tratando de esa manera que el sangrado parara, supo afrontarlo, no era la primera vez que su nariz sangraba, Katiuska se lo había informado, que era parte del embarazo, limpió todo.

Su abuelo no iba a ayudarlo pues había salido a trabajar.

Luego de casi diez minutos bajo la cabeza liberando el aire retenido, el sangrado había parado, arrastrando los pies regreso a su cama donde opto por refugiarse entre las sabanas.

καλοψία  #PGP2018Donde viven las historias. Descúbrelo ahora