Se removió ante los rayos del sol que se colaban por la ventana, abrió los ojos percatándose del nuevo día que comenzaba, si, uno nuevo con muchas cosas por hacer.
Se estiró cual gato pero sin despertar al pequeño que dormía a su lado.
Su hijo d...
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Como cada mañana, Yuri se levantó sumamente temprano, preparo sus insumos del día y colocándolos con cuidado en su ya limpia carreta fue a despertar a su pequeño para que desayune. Anielka se quejó al inicio, sin embargo una lluvia de besos logró hacer que se levantara.
─Anielka, ¿irás con mamá a vender hoy? Es sábado, puedes seguir durmiendo─
─Quiero ir con mamá─
─De acuerdo, ve a cambiarte mientras que yo termino de alistar las cosas─
─Si─
Anielka fue presuroso al cuarto, le gustaba estar al lado de su mamá y la idea de estar todo el día solo no le agradaba, colocándose un polo de colores y un buso azul oscuro tomo su mochila y salió a colocarse las zapatillas. Yuri ya lo esperaba fuera por lo que asegurándose de cerrar bien la puerta corrió hasta llegar al lado de su mamá para luego comenzar el recorrido hasta el lugar donde solía vender pirozhki.
Como de costumbre Anielka ayudo a su mamá a colocar las sillas para luego sentarse en una de estas y sacando su cuaderno de su mochila comenzar a dibujar.
─¿Te dejaron tarea en el jardín? ─
─Ya la acabé, ahora estoy dibujando─
─¿Y qué dibujas? ─
─Dibujo a mamá─ Yuri se inclinó para poder ver lo que su niño hacía.
─Está muy bonito, continua así ─ Anielka asintió mientras que Yuri volvía a atender a los clientes del dia, a pesar de ser sábado había muchas personas y para Yuri eso era más de lo que podía pedir. Para antes de las diez su kasha se había terminado y solo le quedaba piroshkis con algunas bebidas.
─Uf, al fin algo de paz─ Comentó el omega pudiendo tomar asiento luego de tener tanta gente que atender.
─ ¿Te ayudo en algo mamá? ─
─Si deseas puedes recoger las tazas para que yo pueda lavarlas─ Anielka asintió.
La mañana había pasado rápido, con regocijo vio Yuri que había vendido hasta el último insumo, su estómago gruñía ya de hambre, miro la hora en el celular percatándose de que ya era pasado las dos de la tarde, se sorprendió de que Anielka no haya tenido hambre cuando es el menor quien siempre desea comer temprano. Se inclinó en la pequeña mesita donde estaba su hijo apoyado, suspiro enternecido al verlo dormido sobre el cuaderno. Acaricio la mata de cabellos rubios con delicadeza, quizá lo había levantado demasiado temprano.
