De vuelta al infierno.

21.5K 813 43
                                    

Vaya formas de despertar las de los últimos días. Con agua fría un día y al otro con gritos y tirándome de la cama. Además hay que sumarle a esto que hoy es lunes y que mi "queridísimo hermano" se está riendo de mi.

—Tu cara fue... —y empieza a reírse.

Me levanto y cojo mi chancla. Se le corta la risa y empieza a negar con la cabeza. Muy tarde querido. Otra chancla más que llega a buen destino, su cabeza.

Me acerco y lo agarro de la camiseta para decirle en tono amenazador:

—¡Qué sea la última vez que me despiertas así! ¡Jamás en tu vida! ¿Entendiste?

—Sí, sí... Suéltame y no me mates —dice con miedo.

Le señalo la puerta y él ya se sabe el camino.

Después de una relajante ducha, toca decidir que me pongo.

Estamos entrando en el invierno y el frío no ayuda. Creo que lo mejor para hoy van a ser unos vaqueros negros ajustaditos, con una sudadera gris que pone "New York" y mis queridas Nikes. Cabello suelto y cero maquillaje. 

¿Mochila? ¿Celular? Está todo. Bajo a desayunar y estaban mi padre y Jayden en la barra.

—Hola —digo mientras me siento enfrente de ellos.— ¿Cómo habéis hecho esto? —pregunto, señalando unas repugnantes tostadas negras y mojadas.

—Están buenas si le echas un poco de azúcar y de mermelada. —responde Jayden, disfrutando de su tostada.

Creo que voy a vomitar...

—Fíjate que raro que ya no tengo hambre.

Un besito a mi padre y a mi hermano y "Chao".

Hoy que no voy con Jay al instituto me toca ir en autobús.

Estaba llegando a la parada del bus cuando un aroma delicioso entra a mis fosas nasales. Tenía hambre. Me fijo un poco y me doy cuenta de que el olor proviene de una cafetería llamada "Stay's".

Entro y me siento en una mesa al fondo.

Las paredes tienen un color marrón y antiguo. Las mesas son iguales, solo que con un tono de color más claro. A mi derecha hay una enorme barra de color negro con dos chicas atendiendo. A mi izquierda un mural negro con una hermosa silueta en blanco de un edificio de la ciudad.

—¿Qué deseas tomar? —me pregunta una de las camareras.

—Emm... Un capuchino con un cruasán de chocolate, por favor.

—Enseguida se lo traigo.

Como dijo, no tarda en traerlo y, por tanto, yo no tardo en degustarlo.

Pago, salgo y por suerte, con tiempo para coger el bus.

***

De vuelta al infierno, pienso nada más llegar al instituto. Iba a entrar sola y por mi cuenta cuando alguien me toca en el hombro.

—Jay, me asustaste. ¿Podrías llamarme por mi nombre, o es que se te ha olvidado?

—Lo siento pequeña. Tienes que ir a dirección. Te acompaño.

Estaban todos mirando como aves carroñeras esperando su botín. Me incomodaba bastante. Las chicas me fusilaban con sus miradas y los chicos miraban expectantes.

—Eh, Jay. ¿Por qué nos miran todos? —pregunto susurrándole al oído.

—Aunque no lo creas, soy bastante popular aquí. Soy el capitán del equipo de fútbol americano. —aclara con una sonrisa y tono de orgullo.

New York, Manhattan Donde viven las historias. Descúbrelo ahora