—Lo sé. —me río. —Ahora, quiero tomar ese café. —me separo de él. —Quiero la verdad Liam.
Su rostro cambia a uno serio y asiente.
—Vamos a por ese café, conozco una cafetería que hacen los mejores cafés del mundo. —dice aligerando un tanto el ambiente tenso que se había creado.
—Pues... ¿A que esperas? Vamos. —digo y él no tarda en soltar una risa.
Cambiamos el tema al partido, como les ha costado ganar pero que, todos sus entrenamientos, han valido la pena.
—Hey, tú. —grita una voz chillona a nuestras espaldas.
Ambos volteamos encontrándonos con Lorena viniendo hacia nosotros con una cara furiosa. La miro de arriba abajo y no sé como, con este frío, puede llevar una mini falda juntos con un top y tacones. Increíble.
—Te dije que te alejaras de Liam. — joder, su voz chillona daña mis tímpanos.
—Vaya, ¿A caso creías que iba a obedecerte? —hago un puchero. —Pobrecilla. —sonrío de lado. — Ahora me vas a escuchar, déjame de una puta vez en paz. Si te crees la reina, estas muy equivocada bonita. Si te prestan atención es por la poca ropa que llevas, nada más. Ten al menos un poco de dignidad. —la vuelvo a mirar de arriba abajo. —Y ahora, si me disculpas, voy a tomar un sabroso café con Liam y no seguir perdiendo mi tiempo contigo. —me giro y me voy de allí con Liam a mi lado.
—Guau, si que has cambiado. —dice en un susurro casi inaudible.
Omito su cometario y nos dirigimos al estacionamiento. Abre su auto y no tardo en subirme en el lado de copiloto y abrochar me el cinturón. Él hace mi misma acción en el lado de piloto y arranca el auto, haciéndolo rugir para después poner la marcha, pisar el acelerador y salir de allí.
No tardamos en llegar a la cafetería, que según Liam, preparan los mejores cafés del mundo.
Ya estacionado, bajamos del auto y cierra las puertas con el mando. Nada más entrar a la cafetería, el olor a café recién hecho inunda mis fosas nasales.
Delicioso.
Miro con detalle la cafetería. Es pequeña, pero acogedora. Las pared de la izquierda es de ladrillo, con mesas de madera junto a ella. En cambio, la de la derecha es blanca y en ella hay diferente cuadros, al parecer, de la cafetería años atrás y de la ciudad de New York. También hay dos pizarras, en una esta los distintos tipos de café y en otra cierta variedad de deliciosos pasteles. Al fondo está la barra color blanco, lleno de dulces detrás de vitrinas y una mesera atendiendo. En el techo cuelgan lámparas pequeñas, pero que adornan el lugar como si fueran lágrimas, precioso.
Liam pasa su mano por mi cintura baja y me da un pequeño empujón para que camine hasta llegar a una mesa junto a la ventana.
Me siento y miro hacia esta, el cielo se ha vuelto en un tono gris oscuro, la gente pasa rápido por la acera para llegar a sus hogares o trabajos y poder refugiarse así de la tormenta que se aproxima.
—Buenas tardes, ¿que desean tomar? —la voz de la chica hace que voltee y la mire.
—Un late y para ella un cappuccino con doble de espuma. —pide Liam por ambos y arqueo una ceja cuando la chica se retira, diciendo que los pedidos estarán en seguida.
Al percatarse que lo estaba mirando me sonríe y niega con la cabeza.
—Recuerdo que siempre pedias un cappuccino cada vez que íbamos a una cafetería. —aclara y solo asiento.
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New York, Manhattan
Teen FictionAria es una chica de 17 años que se ve obligada a dejar atrás a todos sus amigos para empezar una nueva vida con su padre y su hermano en New York, Manhattan. Deberá volver a su antiguo instituto donde fue humillada pero, esta vez, viene mucho más ...