¡Deja el maldito conejo!

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— ¡Jayden! —grito a todo pulmón, intentando quitarlo de encima mía.

Si, como mi despertador al final acabo muerto, mi querido hermano _que se note el sarcasmo_ me despertó tirándose encima mío.

¡Había más métodos de despertarme, pero no, tenía que tirarse encima de mí!

—Me aplastas. —dije, casi sin aire. Por fin se levanta y me quita las sabanas de encima de mí.

—A levantarse, eres la única que falta. Estamos todos desayunando. —informa antes de salir de la habitación.

Joder. ¿En serio? Tengo sueño, mucho, demasiado sueño.
Y ahora que lo pienso ha dicho todos...

Y es hay cuando me acuerdo de lo que paso anoche con James. Ahora lo conozco más y me sentía muy cómoda con él anoche.

Me levanto de la cama, aún medio dormida, agarro ropa interior y me adentro al baño para darme una ducha rápida con agua fría. Al salir me seco, me pongo la ropa interior y salgo para ir a mi closet.

Decido por ponerme unos vaqueros militares, una sudadera negra en la cual se me ve un poco el estomago junto con unas botas tipo militar muy cómodas. Mi cabello lo recojo en una coleta alta. Agarro mi bolso, un poco de dinero y mi celular junto con las llaves y salgo de la habitación.

Al bajar me encuentro con James y Jayden en la barra, de espaldas a mí, y Emma en frente de ellos. Me acerco cuidadosa y le hago una señal a Emma para que no diga nada. Esta me guiña un ojo disimuladamente y sigue la conversación.

— ¡Hola! —grito mientras me tiro encima de ambos.

—Hermanita, te hemos escuchado mientras bajabas. —informa Jayden con una sonrisa en su rostro. —No eres muy sigilosa que se diga. —se voltea y sigue desayunando.

— ¿Es que te vas apuntar a una escuela militar? —pregunta James, divertido.

Ruedo los ojos.

—Yo también os quiero. —suelto en un tono irónico. —Emma hablamos luego, chao. —me despido dándole un beso a Emma para después salir del apartamento.

Nada mas salir del edificio una voz me detiene. Su voz.

— Hey ¿No desayunas? —pregunta, llegando a mi lado.

—Voy a eso. —James me mira con el ceño fruncido. —Descubrí una cafetería muy acogedora y bueno, siempre desayuno hay. —aclaro, restándole importancia.

—Pues te acompaño. —informa.

No dije nada más. Llegamos a la cafetería en cinco minutos y, como siempre, me siento en la mesa del fondo. Nada mas sentarnos viene la chica del otro día.

—Hey, hola. —me saluda alegre.

—Hola. —saludo con la misma alegría. — ¿Ashton sigue enfermo? —pregunto.

—Si. Lo visite ayer y esta bastante mal. —aclara con una mueca en su rostro.

—Oh vaya, espero mejore. Igual iré a verlo. —digo con una sonrisa.

—Seguro le gustara. ¿Lo de siempre? —pregunta. Asiento.

— ¿Y tu guapo? —se dirige a James. Y por algún extraño motivo ese comentario me sentó mal.

—No quiero nada gracias. —dice amable, ella asiente y se retira.

Nos quedamos mirándonos y, como siempre, me quedo hipnotizada mirando sus profundos ojos azules.

New York, Manhattan Donde viven las historias. Descúbrelo ahora