Confesiones.

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-James. -es lo primero que digo, abriendo mis ojos de golpe y encontrarme en una habitación blanca.

Mi cuerpo duele como los mil demonios y me obligo a recostarme nuevamente.

-Esto es un milagro. -escucho que dice una voz.

Miro a mi alrededor, encontrándome con doctores y enfermeras. ¿Como no me di cuenta antes que había gente?

- ¿Dónde esta James? ¿Qué es un milagro? Tengo que encontrarlo, a él y a los chicos. -una maquina empieza a pitar cada vez más fuerte.

-Un tranquilizante, ahora. -ordena un doctor.

- ¡No quiero un tranquilizante! ¡Quiero salir de aquí! -unos doctores se acercan a mí y me sostienen de los brazos. - ¡Suéltenme! -intento zafarme de ellos, pero nada.

Noto un líquido en mi brazo y poco a poco mi cuerpo empieza a pesar y me cuesta tener los ojos abiertos.

-James. -es lo último que digo antes de caer en una total oscuridad nuevamente.

(...)

Me despierto por una luz que justo da en mi rostro.

Genial, no podían haber bajado la persiana. -digo para mis adentros.

Abro los ojos y los vuelvo a cerrar de inmediato por la luz. Los abro nuevamente, pero esta vez más despacio para poder acostumbrarme a ella.

Examino el lugar. Las paredes son totalmente blancas, hay una ventana por la cual entra la maldita luz que me ha despertado. A mi derecha esta el monitor que toma mis pulsaciones junto al suero.

-Dios, mi cabeza. -murmuro para mí misma.

Intento sentarme pero un pinchazo en mi estomago me obliga a estar en la misma posición que me encontraba.

Creo que pasan 20 minutos cuando entra un doctor de cabello rojizo y ojos azules con una especie de libreta en sus manos. Al verme, sonríe y se acerca a mi. Intento devolverle el gesto pero creo que salió más bien una mueca.

-Hola, soy el doctor Harwart. ¿Cómo se encuentra? -pregunta amablemente.

-Me duele la cabeza y el estomago y... El cuerpo en general. -respondo.

-Es normal que se sienta así. Sus golpes en la espalda fueron muy fuertes, por suerte estan cicatrizando. Llegó a tiempo, un minuto más y se desangra. -informa. -Ahora te haré un pequeño chequeo para ver que todo está en orden. -asiento.

Comienza a chequearme. No tarda más de 8 minutos cuando ve que todo está correcto y se va.

Me entretengo mirando por la ventana. Es de noche y ha empezado a nevar nuevamente.

La puerta se abre de golpe, dejando ver una silueta. Es de noche, las luces están apagadas y no veo ni mi mano... Ahora para que sea un secuestrador-violador.

Se acerca un poco más a mí hasta que una tenue luz, que proviene de la ventana, ilumina la mitad de su rostro.

-Lisa. -murmuro.

Un sollozo de su parte se escucha en el lugar. Acorta la distancia y me envuelve en sus brazos.

Las lágrimas no tardan en salir. Estoy demasiado feliz de que este aquí cuando más la necesito.

- ¿Cuando llegaste? -pregunto después de estar un tiempo abrazadas.

Se limpia las lagrimas con el dorso de su mano y la imito.

-Hace una hora. Acabo de llegar y he tenido que esquivar a un guardia de seguridad y a cinco doctores para verte. -explica.

-Seguro te contrataran para ser espía, te lo dije. -nos reímos y volvemos abrazarnos.

New York, Manhattan Donde viven las historias. Descúbrelo ahora