Epílogo

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— ¡Duele! —grito de dolor.

—Ya queda menos, tranquila. —intenta calmarme.

—Es muy grande. —lloriqueo.

—Ya la saco, un momento. —avisa James.

— ¡Pues date prisa! ¡Es muy ancha! —vuelvo a quejarme.

— ¡Listo! —informa y puedo sentirme aliviada pero un poco adolorida.

—Maldita astilla. —bufo.

—Tampoco era tan gruesa. ¡Es enana! —se ríe James

— ¡Calla! Dolía como el infierno, amor. —James me sonríe y me roba un beso.

—Cariño, tienes 24 años y pareces una niña. —se ríe de mí.

— ¡Eso mami! —se une Alissa, nuestra pequeña de dos años.

—No te unas con tu padre, es un...

— ¿Qué soy? —me interrumpe James con una ceja alzada.

—Un brócoli. —Alissa se ríe por lo que acabó de decir.

—Oh. ¿Ves cielo? Mami es mala conmigo. —Alissa abraza a su padre y yo me cruzo de brazos.

—Papi bueno. —logro entender que dice.

—Papi malo. Esta noche se queda sin jugar. —digo y James no tarda en mirarme con una ceja alzada.

—Cielo, vamos a dormir. —dice James a Alissa.

Esta asiente y James la lleva a su habitación para, después de unos minutos, llegar a mí y agarrarme de la cintura.

—Así que me quedo sin jugar eh... —dice James divertido.

—Si, por ser malo. —paso mis brazos por su cuello.

—Mmm... Tendré que ser más malo entonces. —no me da tiempo a decir nada cuando sus labios devoran con ansias los míos.

No tardo en seguirle el ritmo y, sin saber cómo, llegamos a la cama. Se posiciona encima de mí y sus besos se extienden por mi cuello hasta el inicio de mis pechos. Cuando estaba por quitarme la blusa de tirantes que llevaba puesta, el timbre resonó por toda la casa, terminando de por sí lo que se había iniciado.

—Maldita sea. —susurra James, aunque por la cercanía pude oírlo.

—Serán los chicos, vamos. —logro escaparme debajo de él y me coloco de pie mientras James se acuesta boca abajo en la gran cama de matrimonio.

—Dame un minuto. Necesito una ducha fría. —no puedo evitar reírme y, tras darle un corto beso, bajo para poder así recibir a los chicos.

— ¡Hola! —saludan Alex, Liam y Jay al unísono.

— ¿Interrumpimos algo? Tardaste demasiado. —Nico sube y baja sus cejas para después entrar.

—Uh, lo siento. Pero ya tendréis otro momento. —comenta Emma.

—Hola demonio. —me saluda Tom entrando junto a Nial, su novia.

—Hola angelito. —le saludo.

—Hola morena. —saludo a Nial.

Hace tiempo que nos conocemos.

—Hola parejita. —saludo a Lucas y Lisa con su pequeño hijo de casi 5 años en brazos.

—Hola bitch. —saluda una energética Lisa.

Ya todos juntos, preparo unos cafés junto a unos bizcochos junto a Ashton y Alex. ¡Son unos auténticos cocineros!

New York, Manhattan Donde viven las historias. Descúbrelo ahora