Extraños ruidos.

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El sonido del despertador empezó a resonar por toda la habitación provocando que lo tirara al suelo, rompiéndolo pero, cesando el horrible sonido. Me vuelvo acomodar en mis sabanas, poniéndome de nuevo cómoda, pero, no duró mucho esa comodidad. Alguien tiró de mis pies hacia el suelo y, trompazo que me dí.

— ¡Jayden! —exclamo frustrada.

—Hay clases, arréglate me tienes que llevar. —bufo y me pego un cabezazo contra el suelo. Auch, eso dolió. Me levanto con toda la pereza del mundo y me dirijo hacia el baño para poder darme una ducha con agua bien, pero bien, fría y así poder despertar. Me quito el pijama y la ropa interior y me adentro a la ducha, abro el grifo en agua fría y......

— ¡Joder! —exclamo. Se puede decir que ya estoy más despierta que un búho. Al terminar, enrollo una toalla a mi cuerpo y salgo. Voy al closet y me decanto por colocarme unos vaqueros azul cielo un poco rasgados en ciertas zonas del vaquero junto a una camiseta manga larga color granate. A juego, mis converses rojas y el cabello lo dejo suelto. Agarro mi bolso, celular, llaves y, un poco del dinero que gané ayer para después salir.

En el salón se encuentra Jay, ya desayunado y listo para irnos. Pobrecillo, tiene que ser una tortura para él no poder jugar durante varios meses. Bajamos y nos subimos a su auto, antes de ponernos en marcha le envío un mensaje a Ashton para vernos esta tarde. Sin mirar si ha respondido o no, pongo en marcha el auto y me coloco en la carretera.

No tardamos mucho en llegar al instituto, aparco en el estacionamiento y bajamos. Jayden debe llevar las muletas para poder sostenerse, pero, nada más pisar un píe fuera del auto, una avalancha de chichas empiezan a rodearlo para poder ayudarlo y, para mi mala suerte, eso aumenta su gran ego. Como veo que no necesita ayuda, me dirijo a la entrada donde Emma esta mirando en dirección de mi hermano junto a James. Agh, parece que ahora esta en todos lados este hombre.

—Hola. —digo desanimada a Emma pero, está tan concentrada en Jay que dudo que me haya escuchado, genial. Sin ni siquiera mirar a James, los rodeo y entro al edificio. Ya en mi taquilla, agarro las cosas que necesito para mis dos primeras clases y la cierro.

—Hola bombón. —susurra alguien en mi oído provocando que lleve mi codo hacia, lo que creo, es su estomago. Me volteo encontrándome con Alex llevándose las manos a su estomago.

—Lo siento, Alex. —me acerco para ver si está bien. —Pero igual te lo merecías por asustarme. —me cruzo de brazos.

—Tranquila, es la última vez que te asusto. —asegura. Se pone recto y, por un momento hace una leve mueca pero luego la sustituye por una leve sonrisa.

—Venia para proponerte algo. —sube y baja sus dejas.

—Espero que no sea lo que estoy pensando Alexander Williams. —me apoyo en la taquilla y alzo una ceja.

—Primero, ¡Pervertida! Y segundo; no utilices mi nombre completo, sabes que lo oído. —se cruza de brazos y hace un mohín, es tan tierno, parece un niño pequeño. No puedo evitar soltar una pequeña risa.

—Lo primero lo sé, gracias. —hago un gesto de agradecimiento. —Y lo segundo, sabes que lo seguiré diciendo. —Alex me fulmina con la mirada mientras yo le tiro un beso.

—Bueno, ¿Cuál es la propuesta? —pregunto.

—Ah sí, bueno, la propuesta es... —hace un silencio, dándole intriga al asunto. —Te lo diré en el almuerzo. —dice y se va.

— ¡Maldito! —exclamo. —No me puedes dejar así. —hago un puchero, aunque no pueda verme ya que sigue caminando y esta de espaldas a mí.

—Sí puedo y, lo estoy haciendo. —maldito traidor.

New York, Manhattan Donde viven las historias. Descúbrelo ahora