¿Qué...?

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— ¿A dónde me llevas? —pregunta Tom.

—Lo primero de todo es que abras el auto y después ya te iré diciendo. —le regalo una sonrisa inocente.

— ¿Cómo es que tengo una mejor amiga tan loca? —pregunta más para sí mismo mientras abre el auto. Que lo ha debido de alquilar ya que no es el suyo.

—Creo que lo que querías decir es: Gracias dioses por enviarme a mi vida a una chica tan loca, sexy, hermosa y demoniaca. —digo y agranda su sonrisa. —Si sigues sonriendo así, te dolerá la cara. —entro en al auto, en el asiento de copiloto. Tom no tarda en dar la vuelta y sentarse en el asiento de piloto.

— ¿Dónde la llevo, señorita? —pregunta caballeroso. Ruedo los ojos.

—Arranca y te iré señalando el camino. —suelta una pequeña risa por mi respuesta y arranca el auto.

(...)

— ¿Estas segura que este es el camino? —pregunta por quincuagésima vez Tom.

—Sí Tom, estoy segura. —ruedo los ojos y bufo. Llevamos una hora y media en la carretera y a los veinte minutos empezó a quejarse.

—Como nos hallamos perdido...

—No nos hemos perdido. Qué poca fe me tienes hombre. —bufa. —Gita a la derecha. —indico. Se mete en un camino de piedras y nos adentramos en un frondoso bosque. —Genial, aparca en aquel hueco. —señalo dos árboles con un hueco en medio para que pueda aparcar el auto. Me bajo del auto y recuerdos llegan a mí. De pequeña solíamos venir mis padres, antes de que se divorciaran, Jayden y yo y, a no más de 15 minutos a pie, hay un lago con una preciosa cascada.

—Vamos. —le hago una seña a Tom para que me siga y comienzo a caminar.

— ¿A dónde? —pregunta.

—Ya lo veras. —me limito a decir. Agarro su mano y comienzo andar un poco más rápido. Lo que queda de camino no la pasamos entre risa y contándonos como nos ha ido estas últimas tres semanas. Cuando empiezo a escuchar la cascada, paro en seco y le tapo los ojos a Tom con una mano.

— ¿Qué haces? —pregunta llevándose una mano suya encima de la mía, la cual tapa sus ojos.

Camino lo poco que nos queda hasta llegar al lago y, respondiendo a su pregunta, quito mi mano de sus ojos. Al ver el lago se queda impresionado.

—Esto es asombroso. —dice aún maravillado por lo que está viendo. Me acerco a la orilla y empiezo a quitarme la camiseta, los jeans y mis Convers.

— ¿Qué... qué haces? —tartamudea.

—¿Tú que crees? Quiero darme un baño. —digo obvia. Aparta la mirada y puedo ver como sus mejillas se han teñido en un tono rosado.

—Tom, me has visto ya en bikini. Esto es lo mismo solo que es lo que suelo llevar habitualmente, es la única diferencia. —me rio por como sus mejillas han adquirido un tono más rojo. Sin más que decir, me subo a una piedra que hay a unos metros y me tiro de bomba. Al salir, Tom sigue en la orilla con sus mejillas teñidas de rojo.

— ¿Te vas a quedar ahí o qué? —pregunto y no puedo evitar soltar alguna pequeña risa. Parece reaccionar y comienza a quitarse la camiseta, dejando a la vista su torso trabajado, seguido de esta se quita los Vans y los jeans, quedando en bóxer.

Creo que ahora la que se ha ruborizado soy yo, aunque sea mi mejor amigo tengo que admitir que esta muy bueno. No me juzguen, soy una adolescente con muchas hormonas revolucionadas. Se sube a la misma piedra que segundos antes me subí yo y salta al agua. Empiezo a preocuparme al no verlo salir.

New York, Manhattan Donde viven las historias. Descúbrelo ahora