De vuelta.

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Mi cabeza dolía como un infierno. Intento hablar y abrir mis ojos pero no puedo, mi cuerpo no reacciona. Escucho unas voces a lo lejos, intento pedir ayuda, gritar, que me escuchen pero es imposible.

—No tienes culpa, despertará. —escucho que dice una voz masculina.

—No debí comportarme así con ella. —habla otra voz masculina que no logro conocer, se escuchan distorsionada.

—Callaros de una maldita vez y dejar de lamentaros. —dice ¿Emma? —Va a despertar, lo sé. Y tú no deberías de haber sido tan imbécil, ha saber porqué razón. —le recrimina a una de las voces.

Intento hablar, decirles que estoy bien, que puedo oírlos pero, la oscuridad comienza atraparme nuevamente y sus voces cada vez se escuchan más lejanas. Intento con todas mis fuerzas que la oscuridad no me atrape, pero no funciona.

(...)

Siento frío, mucho frío. Intento mover mis manos y, con mucho esfuerzo, consigo moverlas y taparme más. Abro los ojos y una luz blanca me ciega. Cuando me acostumbro, miro a mi alrededor, todo es blanco.

— ¿Esto es el cielo? —susurro. Miro a mi izquierda, encontrándome con un enorme ventanal. A través de él, veo la ciudad blanca y el cielo grisáceo. Un ruido constante llama mi atención, miro a mi derecha encontrándome con el aparato que toma mis pulsaciones. Miro ni muñeca y veo que tengo inyectado suero. Mi cabeza duele como los mil demonios y el frío que hace no ayuda.

Alguien abre la puerta, llamando mi atención. Miro a la persona responsable encontrándome con un doctor sumido en los papeles que lleva en sus manos. Alza la vista y me ve, en su rostro se puede ver sorpresa y yo frunzo el ceño, confusa.

— ¿Cuánto llevo aquí? —pregunto. Me tapó hasta la nariz por el frío. El doctor lo nota y se dirige hacia el gran ventanal y lo cierra. Ahora entiendo porque el tener tanto frío. Hago un movimiento con mi brazo y siento una punzada de dolor.

—Lleva una semana en coma. La verdad, señorita Collins, es increíble que haya despertado tan pronto. Tuviste un grave accidente de tráfico y tuvo un buen golpe en la cabeza. Es usted muy fuerte. —explica. Me incorporo un poco, para estar más cómoda.

— ¿Alguna lesión?

—Ninguna, puede que sientas dolorido tu cuerpo pero es normal. En tu brazo izquierdo hemos tenido que darte puntos, al parecer en el impacto se clavo un cristal bien profundo. —miro mi brazo y está vendado. Eso explica la punzada de dolor. — Y el coma se debe a su golpe en la cabeza. A tenido mucha suerte, señorita Collins. — eso explica el dolor de cabeza.

Los recuerdos llegan a mí. Como esos tres autos me acorralaron y al girar choque contra otro igual. La nota, el accidente de Jayden. ¿Tendra todo una relación? ¿Quién sera "C"? ¿Sera el causante de todo esto? ¿Y cuál verdad debo saber?

El doctor me revisa para que todo esté en orden. Por suerte es así, me hace algunas preguntas y las contesto sin problemas.

—Mucha gente vino a verla. Sobre todo hubo un chico que no quería irse de la habitación y tuvimos que llamar a seguridad. —suelta una pequeña risa.

Me fijo en él, aparenta tener 26 años, alto, cabello rojizo y ojos color miel. Dios, que hombre más... Sexy. Concentrate Aria, es tu doctor.

— ¿Sabe su nombre? —pregunto. Supongo seria Jayden pero tiene la pierna mal y dudo que haya podido forcejear con alguien en su estado.

—Pues... —la puerta se abre, interrumpiendo al doctor. —Ese mismo es. —giro un poco mi rostro, ya que el doctor tapa mi visión, y me encuentro con la persona que menos esperaba ver.
—Bueno señorita Collins, todo esta en orden. Estarás un día en observación, si todo va bien mañana le daremos el alta. Una enfermera vendrá más tarde para cambiarle el suero. Hasta luego. —informa el sexy doctor y se va, pasando por el lado de James, quien aún me mira sorprendido, y cierra la puerta tras salir.

New York, Manhattan Donde viven las historias. Descúbrelo ahora