Tortura.

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James

Estoy alterado, frustrado y enojado. Se la llevaron y lo único que hacia era pelear con Nicolás. Ni si quiera nos dimos cuenta cuando se fue y esa fue la oportunidad de C para atraparla.

—Necesito encontrarla, no puedo permitir que le hagan daño. —hablo en voz alta.

Nico trajo más hombres para ayudarnos. Hemos llamado a la policía y ahora están investigando pero no me iba a quedar de brazos cruzados, ni loco.

—James, hacemos todo lo que podemos. —informa Nico.

— ¡Hay que hacer más! —estallo. — La quiero joder, y si algo le pasa yo... Yo no sé que haría. —digo esto último en un susurro.

La quiero, he dicho que la quiero. Las palabras han salido sin permiso de mí pero, al final, lo he confesado. La quiero, y haré lo que este en mi mano para poder tenerla en mis brazos. Esta vez no la dejare escapar.

Nico parece estar igual de sorprendido por mis palabras, pero no tanto.

—Por fin lo confiesas. Te ha costado hombre. —suelta una pequeña risa.

—Concentremonos, hay que encontrarla. —su rostro vuelve a estar neutro.

Nos quedamos en silencio, cada uno sumido en sus pensamientos. Un flashback vuela a mi mente.

Flashback.

Veo como Aria agarra dos pistolas, me pasa una y luego coge su celular para meterlo dentro de la sudadera, específicamente en su brasier.

Fin flashback.

—Su celular. —susurro para mí mismo. —Llevaba su celular con ella, quizás tenga la ubicación puesta. —Nico asiente y le hace un gesto a uno de los hombres.

Este no tarda en ponerse a teclear en su portátil que ha traído con él. Pasan 20 minutos cuando ya me estoy empezando a desesperar.

¿Y si no lo tiene conectado? ¿Y si vieron su celular y lo tiraron o rompieron? ¿Y si se quedo sin batería y no puede hacer nada?

Tantas preguntas y ninguna respuesta.

—La tengo. —nada más decir eso, me acercó corriendo a él y miro la dirección.

Aria

Mi cuerpo estaba dolorido, me sentía débil. Cada cinco horas venía el mismo tipo y me daba golpes hasta yo caer de rodillas y él estar satisfecho con su trabajo.

Me ha dado tiempo a pensar y, me gusta James. Lorena tenía razón, estaba ciega. Y ahora entiendo cada situación, por qué estaba extraño, por qué me dolía verlo con otra... Eran celos. Le quiero y me doy cuenta ahora, cuando dependo de un hilo.

Llevo metida un día y medio aquí y solo me han traído un poco de agua y una manzana. Me quieren viva, por ahora.

Ahora me siento más fuerte que antes, no me han drogado desde hace 7 horas y al comer estoy con más energia.

La puerta se abre, dejando ver al tipo de antes junto a Lorena. Ambos entran, Lorena se acerca a mi mientras el tipo se mantiene en la puerta.

—Me encanta verte tan destruida. —suelta una risa.

— ¿Tanto miedo me tienes que incluso estando encadenada tienes que tener guardaespaldas? —una sonrisa ladeada aparece en mi rostro, enfureciéndola. No pasa ni un segundo cuando su mano vuela a mi mejilla.

New York, Manhattan Donde viven las historias. Descúbrelo ahora