CAPÍTULO 36

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Hola a todos, quiero pedir disculpa porque aún no actualizó la historia CLOVER les pido un poco de paciencia, el día domingo subiré la continuación si Dios lo permite. Bueno disfruten el capítulo no vemos pronto 🙋


–Oh, Naruto, ¿cómo has podido olvidarlo? –Su voz tenía una pizca de reproche–. La forma majestuosa con que me has robado las mantas..., ese ronquido tuyo celestial, como la llamada de un semental salvaje..., el modo tan sexy que tienes de darte la vuelta en la cama, como si fueses un hipopótamo rampan...

 Pero en aquel momento, Sakura empezó a reírse con tanta fuerza que no tuvo más remedio que incorporarse para tomar aliento. No paraba de reírse y retorcerse con el ataque de risa, encogiéndose sobre el vientre. Las sábanas y mantas dejaron de cubrirla, con lo que se hizo evidente que había estado todo el tiempo vestida con los vaqueros y una camiseta.

–Muy graciosa –dijo Naruto.

Tendría que habérselo imaginado. Caminó con dignidad hacia el armario y sacó una camisa, mientras la mente se le aceleraba pensando en la venganza.

Sakura se enjugaba las lágrimas del ataque de risa.

–De verdad, Naruto, tendrías que haberte visto roncando con la boca abierta. Hubiese sido como hacer el amor con un ballenato drogado.

Sakura se puso de pie y empezó a dar brincos sobre el colchón, gritando:

–Me siento estupendamente. –No dejaba de darse golpes en el pecho con los puños. Naruto no la había visto tan contenta en años.

Con frialdad, empezó a abotonarse la camisa.

–Por lo menos, yo no hablo en sueños –dijo él, como quien no quiere la cosa.

– ¿Qué? –Preguntó Sakura, al tiempo que dejaba de dar botes–. ¿Es que yo hablo? –Se le frunció el ceño–. ¡Y una mierda!

Él se encogió de hombros.

–Si no quieres saber lo que has dicho, no te lo digo.

–Yo nunca he hablado en sueños.

–Es una cosa peculiar.

– ¿Qué quieres decir?

–No sé si debo decírtelo.

–Venga, suelta ya.

–Pídemelo «por favor».

Sakura dio una patada en el colchón.

– ¡Dímelo!

–Está bien.

Naruto juntó las manos en actitud femenina, pestañeó repetidas veces y, con un ridículo falsete, comenzó:

–Oh, Naruto –dijo–. ¡Qué guapo eres! Eres un genio. Oh, Naruto, Naruto, trátame bien, te lo suplico.

De repente se le vino encima una almohada. La cogió y respondió lanzándola de nuevo. Ella se la volvió a tirar. Al momento, se desencadenó una furiosa batalla de almohadas. Naruto tenía mejor tino, pero Sakura conseguía esquivarlas escondiéndose detrás de las columnas de la cama. Como tenía que salir para recuperar las almohadas, en cada intervalo Naruto aprovechaba para lanzarle una directa, con lo que la hacía perder el equilibrio. Entonces él alzó los brazos en gesto de victoria, olvidándose por un momento de la insegura posición de su toalla. Sintió que se le soltaba y se deslizaba hasta el suelo. En ese mismo momento, Sakura se agarró con fuerza a una de las cortinas de la cama, que acabó saliéndose del raíl y se le vino encima. Mientras ella luchaba por salir de entre los pliegues de la tela y acabar sacando la cabeza con pelusa hasta las pestañas y la nariz llena de polvo, Naruto aprovechó para volver a ajustarse la toalla. Por todo el suelo había plumas blancas, restos de la batalla qué acababan de mantener.

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