–Sakura... –susurró él, con un ardiente deseo en la voz.
–Naruto...
Ella le puso los dedos en la cara. La sintió suave y dura, lisa y áspera, familiar aunque con un nuevo y excitante límite prohibido. De repente deseó tocarle cada parte del cuerpo, las orejas, el cuello, la línea de las cejas y esa comisura de los labios que se fruncía, solo un poquito, de forma que tan solo ella podía apreciarlo, cuando él se sentía divertido por algo en secreto. Sakura deslizó los pies hasta el suelo, rodeada aún por los brazos de él, sintiendo el cuerpo de Naruto bullendo contra el suyo. Después le pasó los brazos por el cuello y le devolvió el beso.
Era como si estuviese dividida en dos, por una parte la mente le flotaba en un laberinto de asombro y advertencia, mientras el corazón le latía de deseo, empujándola a seguir subiendo hacia el dormitorio. Notaba junto a ella la tranquilizadora presencia del cuerpo de Naruto, sus muslos apretados junto a los de ella, su aliento entre su pelo. La luz de la luna inundaba el dormitorio. Sin voluntad o esfuerzo consciente, se supo tumbada, con los ojos cerrados y los brazos extendidos, en una cama que se balanceaba bajo su cuerpo. Entonces sintió el peso de Naruto sobre ella. Se sonrió y le acarició la espalda con la yema de los dedos, notando cada hendidura de sus costillas bajo la piel. Él empezó a bajarle las tiras del vestido, después se separó un poco de ella, que abrió los ojos de repente y lo vio de rodillas a su lado, empezando a desabotonarse la camisa.
Un momento... ¿Se va a quitar la camisa? ¿Aquello estaba bien? No... ¡Sí! Pero la voz de alarma fue más fuerte en su interior. Aquel hombre era Naruto, su amigo de siempre, su amigo más joven, el amante de Hinata y de otras mil chicas parecidas, en el pasado y en el futuro. Se adentraba en arenas movedizas; acabaría sufriendo. Sakura le puso las manos en el pecho.
–No me parece una buena idea –le dijo con una voz débil y poco convincente.
Naruto le cogió las manos y le besó las palmas.
–Claro que es una buena idea –murmuró, con los ojos aún medio cerrados y las facciones perfiladas por el deseo.
–No –dijo ella, al tiempo que se sentaba sobre la cama. Naruto se acercó para tomarla entre sus brazos, totalmente entregado. Ella interpuso una mano entre los dos para separarlo–. No –volvió a decir, y haciendo un supremo esfuerzo se las arregló para poner las piernas en el borde la cama y levantarse. Estaba temblando, pero no podía parar. Se sentía azarada; se sujetó a una de las columnas de la cama.
–Creo que estoy un poco borracha y tú también. No hagamos nada de lo que podamos arrepentimos.
–Pero yo sé que no me voy a arrepentir –replicó él con vehemencia. Se bajó de la cama y, acercándose a ella, le puso las manos con suavidad sobre los hombros. Él también estaba temblando–. Venga, Sakura, déjate llevar. Los dos llevamos años deseando esto.
–Yo no.
No era verdad, ella también lo había deseado. Sí, lo había deseado con todas sus fuerzas. Y en aquel momento su cuerpo estaba maduro y preparado como una fruta jugosa. «No es más que sexo», se dijo a sí misma. Y no quería solo sexo; no con Naruto.
Pero eso era lo que iba a ocurrir. El domingo él volvería a Hinata, y ella no sería más que otro nombre de su lista. Con un esfuerzo tan grande como el de levantar con sus propias manos una plancha enorme de acero, se obligó a decir:
–Tu actuación ha sido genial, Naruto, pero creo que el juego ha llegado demasiado lejos.
–No estoy actuando, y tú tampoco. –Las yemas de sus dedos se hundían en la piel de los brazos de Sakura.
–No te olvides de Hinata.
Naruto movió la cabeza indicando que aquello no tenía la menor importancia.
–Sakura, por Dios...
–Nosotros somos amigos, Naruto. Nada más.
–Eso no es cierto.
–Te lo ruego, por favor, déjame. –Estaba a punto de llorar.
Naruto apretó una última vez los dedos, de rabia y frustración. Después, dejó que ella se apartara de él, y los dos se quedaron mirándose el uno al otro con desconfianza.
Naruto entornó los ojos hasta convertirlos en dos brillantes rendijas; y frunciendo los labios, le dijo:
–Creo que eres una calientapollas.
Sakura echó la cabeza hacia atrás, profundamente dolida por aquellas palabras. Sintió en la nariz la tensión de las lágrimas a punto de saltarle de los ojos y se ordenó a sí misma reprimirlas. La vulnerabilidad le hacía ponerse cáustica.
–Tú y tu polla. Es en lo único que piensas. La única razón por la quieres montártelo conmigo es porque estoy aquí, a mano.
– ¡Eso no es cierto!
–A ti realmente no te interesa ninguna mujer como yo. Alguien con capacidad suficiente como para responderte. Alguien para quien cada cosa que haces no es un milagro. Y a mí no me interesa un tío que solo piensa en follar. Así que no vayamos más allá, ¿te parece? –Se oyó la respiración entrecortada y nerviosa, e hizo un esfuerzo por calmarse–. Yo dormiré en la chaise-longue – concluyó.
Naruto golpeó el aire con furia.
–No te creas que me voy a quedar aquí a meterme en la cama como un buen chico, mientras tú estás tumbada como una beata al otro lado de la habitación, ¡por Dios, Sakura, es que no tienes sangre en las venas!
Naruto se puso de espaldas a ella y empezó a abotonarse la camisa, con los dedos nerviosos, atropelladamente. Por todos los poros de la piel, rezumaba la ira. Abrió la puerta con brusquedad, con aquella media sonrisa en la comisura de los labios, que a ella le encantaba y, extendiendo el brazo en el aire, añadió:
–Ahí te quedas, con la camaentera para ti.
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que estaban esperando mis pequeñ@s pervertidos jajaja no mentira quería decirle que falta muy poco para el final de "simplemente amigos", me alegra mucho que les haya gustado esta historia. el día de mañana subo la continuación.
nos vemos pronto
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SIMPLEMENTE AMIGOS
RandomNaruto y Sakura son amigos. solamente. Hace muchos años que se conocen, han tenido sus más y sus menos, pequeñas discusiones, pero su amistad ha superado todas las barreras. pero ahora Sakura se ha quedado sin novio y en la calle, y el apartamento...