En aquel momento, toda la concurrencia se reía. Suigetsu acababa de sentarse. ¡Santo cielo!, el que hablaba en aquel momento era Haku. Sakura concentró su atención.
–El matrimonio es un campo de batalla –decía en ese preciso instante–, no un lecho de rosas.
¡Qué raro! Eso era lo que había intentado decirle su padre por la mañana, cuando le había estado hablando de su matrimonio con su madre. Tal vez, durante todos aquellos años, ella había estado persiguiendo una idea equivocada de las relaciones, esperando conocer a alguien que fuese el ideal de la perfección, y destrozando a todos cuantos había conocido y no habían respondido a sus expectativas. Pensó en aquello. Un lecho de rosas resultaba, en verdad, muy insípido. Por un momento, consideró la alternativa de que los hombres y las mujeres se buscaran unos a otros como compañeros de batalla, sometiéndose continuamente a pruebas para cuestionar las fuerzas del otro y descubrir las propias debilidades, una lucha combativa pero no destructiva, en la que los dos contrincantes golpeaban con toda la fuerza que podían para ir cincelándose el uno al otro. Aquello sonaba bastante menos aburrido que tumbarse sobre un fragante lecho de rosas. Sonaba como una aventura, atrayente.
–... ¡Por Suigetsu y Karin!
Vaya por Dios, se había perdido el discurso de Haku, aunque por la amplia sonrisa que el joven tenía en sus labios, daba toda la impresión de que había sido un éxito. Levantó su copa en el brindis colectivo y bebió un sorbo de champán, disfrutando de la sensación de las burbujas en la punta de la lengua. De manera impulsiva, se volvió hacia Naruto y chocó su copa con la de él.
–Gracias por haber venido, Naruto, has hecho que todo sea diferente. –Las palabras de ella los sorprendieron a los dos.
El ambiente se relajó; por todas partes, empezaron a encenderse cigarrillos. Volvieron las conversaciones desenfadadas. Todo el mundo se levantaba de las mesas y salía hacia fuera a respirar aire puro. Sakura estaba a punto de hacer lo mismo cuando Hilda Carp le susurró al oído:
–Sakura, querida, ¿me concedes un minuto? Tengo que pedirte un favor. Verás, ¿tú crees que podrías conseguirme un autógrafo de Tom Cruise?
Sakura la volteo ver y capeo confusa, miro a Naruto que tenía una expresión de complejidad, para que continuara con el teatro Sakura la capto rápidamente asintió con la cabeza. La regordeta Hilda Carp se retiró con cara de felicidad innegable en su rostro.
–Podríamos enseñarle los antiguos garitos de Brooklyn y llevarle al Ambrosio a saludar a la gente de la banda –decía Naruto, con tono persuasivo.
–No sé...
–Y también le podíamos llevar a ese sitio japonés en el que sirven las gambas vivas.
–Mmmm...
– ¿Y qué tal si le llevamos a un partido de fútbol?
–El problema es que yo no tengo ningún sitio donde él pueda quedarse.
–Pero a él le dará igual el sitio, lo que quiere es estar contigo. Es tu padre y te quiere.
Sakura bajó la cabeza.
–Eso ya lo sé.
– ¡Pues venga! Lo que tienes que hacer es buscarte un apartamento decente para que te dure una buena temporada. Y podrás dar una fiesta para él.
– ¿Una fiesta? –La mera idea sugería una tarea de titanes.
–Por supuesto, y yo te ayudaré.
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SIMPLEMENTE AMIGOS
RandomNaruto y Sakura son amigos. solamente. Hace muchos años que se conocen, han tenido sus más y sus menos, pequeñas discusiones, pero su amistad ha superado todas las barreras. pero ahora Sakura se ha quedado sin novio y en la calle, y el apartamento...