Capitulo 11 parte 3. No se que es esto pero me gusta

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Entre al baño y empecé a colocarme los jeans de la hermana de Ed que el me había prestado, y una playera de el, debo admitir que escogió muy bien el conjunto, los jeans negros y algo rotos combinaban a la perfección con la playera verde militar, solo faltaba conseguir algo para mis pies, ya que aún andaba en tacones, lo que hacía que el atuendo se viera ridículamente bien, no eran mi mejor opción pero funcionaban en conjunto con lo demás. Salí del baño y me volví a sentar en el sillón esperando a que Ed bajara, había ido a su habitación por no sé qué cosa que necesitaba.
-Ten, estos tenis se los compre a mi hermana para su cumpleaños, pero no vino, así que ahora son tuyos- me tendió unos tenis de gamuza color verde militar, y suela café
-Gracias, pero no los aceptaré, son de tu hermana-
-También los jeans que traes puestos, ¿eso que tiene que ver?- me miró confundido
-Que eso es un regalo, estos ya los había usado-
-Ay, por favor B, le comprare otros, por favor acéptalos- me dijo con tono cansado, después de unos cuantos intentos más por parte de el por fin accedí a ponérmelos, con la condición de que me dejaría comprarle otros para reemplazar estos.
Salimos de la casa y nos montamos en su motocicleta nueva que se encontraba estacionada en la cochera pero en la parte trasera de esta.
-¿Presumiendo?- le pregunte graciosa levantando una ceja
-¿Que cosa, mi nueva bebe?, para nada- contestó divertido mientras le quitaba en cámara lenta la cubierta de tela que tenía la moto encima. -Bueno, tal vez un poco- dijo para después soltar una corta carcajada.
Se montó en la moto y seguido de el me subí yo, y una ves que estuvimos bien acomodados los dos arranco la moto, por inercia coloque mis brazos alrededor de su torso, cosa que hizo que se pusiera algo tenso, pero después de eso arrancó aún más fuerte haciendo que me aferrara aún más a el, note una sonrisa escaparse de sus labios e inconsciente mente también sonreí, no sé que es esto, pero creo que me gusta.
Ed me llevó a cenar a un lugar de comida rápida y después fuimos a un pequeño parque de diversiones fuera de la ciudad donde pasamos más o menos unas 5 horas, ya eran las tres de la mañana, y nos encontrábamos en lo más alto de la rueda de la fortuna, riendo, como siempre lo hacemos, estábamos hablando de puros temas triviales, de mi vida allá en Portland, de lo enfocado que el está en el deporte, era una sensación completa de calma, solo éramos nosotros, en la cima de la rueda y nada más, de pronto como anunciando que esto se acababa la rueda comenzó a descender, el encargado del juego nos abrió la puerta y bajamos de la cápsula para seguir caminando, el me ofreció su brazo a lo cual yo correspondí
-¿Tienes hambre?- me pregunto tierno mirándome fijamente
-Claro, siempre tengo hambre- conteste obvia, nos detuvimos en un puesto y compramos unas banderillas mientras caminábamos de regreso a la moto, el regreso pasó igual que cuando llegamos, yo abrazada a su espalda y el sonriendo mientras un silencio se apoderaba de nosotros, no había nadie en la calle, e iban a dar las 5 de la mañana, no puedo creer que no haya dormido en toda la noche, pero no quería irme a casa aún, solo quería pasear en la moto sintiendo como el viento golpeaba mi cara y hacia que mi cabello volará, mientras Ed volteaba de vez en cuando hacía atrás de reojo y esbozaba una sonrisa cada vez más grande, a él también le agradaba esto, se le notaba. Por fin llegamos a la casa del invernadero, estaciono la motocicleta enfrente pero nos quedamos unos momentos más así en la misma posición, hasta que desperté de mi transe y me baje de la moto
-¿Quieres que te acompañe?- me preguntó tranquilo
-No gracias, Daniel se pondrá como loco si te ve ahora- dije mientras miraba mi celular y veía las cientos de llamadas y mensajes que me había dejado
-Bueno, entonces esperaré hasta que estés dentro de la casa para poder irme- me dijo con una sonrisa
-Adiós Ed, hoy fue una gran noche- fue lo único que mi torpe cerebro pudo formular
-De nada, debería de repetirse, adiós- dijo depositando un beso en mi mejilla y encendiendo de nuevo la moto, camine hacia la entrada y tome la manija, voltee a ver a Ed y le hice una seña de que ya podía irse, hizo caso y se marchó haciendo un ruido escandaloso, lo mataría por eso, intente girar la perilla pero esta no se movió, mis llaves, no las traia, había salido de la casa con Daniel así que supuse que volvería con el y por eso las deje aquí en casa, rayos.

La promesa que cambio mi vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora