- Hola bordo.
- Leo... ¡Bordo, que sorpresa!
- Sí, eso creo. No pensaba venir, pero bueno no tenía nada mejor que hacer.
- ¿Leonardo cuando cambiaras? ¡Ven, pasa! -Daniel tomó de la mano al pelinegro y lo hiso pasar a su casa, en realidad si estaba contento de que viniera.
- Mmm... ¿te pasó algo, que te hiciste en las rodillas? -Leo notó de inmediato las curitas en ambas rodillas del rubio.
- Oh... me caí cuando regresaba a casa ayer.
- Estabas fuera... por eso no te encontré ayer que vine a las cinco... -Leo puso cara de desinterés y se sentó en el sofá, tal vez podría manipular un poco a Daniel.
- Se... se me olvidó ¿Leo dime que no me esperaste, cierto?
- ¿Para qué esperar? Aunque... digamos que me quede frente a tu casa por una hora, nunca llegaste y regresé a casa -no era del todo cierto, el pelinegro solo esperó cinco minutos y regresó a casa a dormir. Pero quería ver la reacción del rubio.
- ¡¿Una hora?! Yo... ¡Te recompensaré, de verdad!
- Ja no es necesario, pero si tu insistes... ¿Qué me darás?
- ¿Te gusta el helado?
- ¿Solo eso? necesitarás algo mejor que eso bordo -Leo persistía con su cara de desinteresado.
- Bueno, entonces te haré panqueques y le pondré helado encima.
- ¿Sabes hacer panqueques? -Leo se sorprendió un poco, él solo sabía freír un huevo.
- Aja, mi mamá se cansó de hacerlos siempre y me enseñó para que yo los hiciera cada vez que quiera.
- Te... te gustan mucho los postres... se ve a kilómetros.
- Después de la pasta... son mi comida favorita.
Daniel estaba animado, fue de inmediato a la cocina seguido por un intrigado pelinegro que en secreto quería verlo cocinar. El chico se sabía los ingredientes de memoria: leche, harina, huevos... bla, bla, bla, lo más importante: azúcar. Mesclaba todo mientas que Leo lo miraba recostado sobre la pared con los brazos cruzados, no quería interrumpirlo así que se quedó callado. Daniel estaba tan concentrado en los panqueques que se olvidó que el chico que le gustaba lo estaba mirando, no se puso nada nervioso como acostumbraría, lo que si sabía es que tenían que ser panqueques deliciosos, tanto para él como para su... digo, para Leo.
Daniel ya tenía dos platos de panqueques con helado sobre la mesa, esperaba que el pelinegro sea el primero en probarlos. "Uhh... nada mal" -fue todo lo que el pelinegro dijo. Daniel se decepcionó al principio, pero cuando Leo ya estaba a la mitad, vio una pequeña, muy pequeña sonrisa en su rostro... ¿eso quería decir que le había gustado? El más pequeño sonrió ante esto, por alguna extraña razón ahora el postre estaba más dulce que hace solo unos segundos.
Cuando terminaron regresaron al living para ver televisión, claro que Daniel no se dio satisfecho solo con un plato de panqueques así que tomó su cuchara y la inundó con crema batida, era una improvisación, pero sabía muy bien. El peque regresó al living lamiendo poco a poco la crema batida y se sentó junto al azabache, Leo no podía concentrarse para nada, ver disimuladamente a Daniel como lamia... era demasiado.
- ¿En serio no estás satisfecho? -dijo el pelinegro sin voltear a mirar al rubio.
- Nop.
- Al menos podrías compartir un poco ¿sabes?
- Lo sé, por eso traje el envase de la crema batida conmigo -dijo el menor mostrándole el envase.
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El Chico de la bici [Completa]
FanfictionYa estaba asomándose por la ventana de su casa, seguramente ese chico pelinegro y con piel muy blanca pasaría muy rápido con su bicicleta frente a su casa otra vez, y eso animaba al rubio de 14 años recién cumplidos.