Parte 37

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Regresando a casa corriendo y riendo, así mismo era como hacían Leonardo y Daniel tomados de la mano corriendo sonrientes y pasando entre la gente y aunque algunas personas se quedaban mirándolos sorprendidos, a ellos no les importaba, solo disfrutaban el momento y correr juntos tomados de la mano, como cualquier pareja de novios podían hacer si lo deseaban. Llegaron a casa del rubio solo para caer rendidos en el pórtico de la casa por el cansancio de la carrera, los dos aún no se soltaban de las manos, se habían quitado los guantes solo para sentir sus manitos tocarse mientras corrían, ambos respiraban agitadamente y tratando de recuperar el aire, habían estado corriendo desde que salieron de la escuela ¿por qué? Pues por la sencilla razón de salir corriendo con la persona que quieres y divertirse con algo que parece tan simple.

- ¿Te cansaste? -preguntó el azabache mirando a los ojos a su rubio.

- Jaja... no es eso, si no que mi corazón late de la emoción.

- ¿Emoción?

- Sí, de correr de la mano contigo en medio de las calles -le sonrió haciendo que él azabache se sonrojara- Jajaja, te puse rojo con lo que te dije -señaló con el dedo el menor.

- Pues... pues es porque dices cosas tan cursis...

- Lo siento -dijo rascando su cabeza.

- No importa, en cierta forma... me gusta mucho que digas esas cosas.

- ¿D-De verdad Leonardo?

- Sí, pero no se lo digas a nadie... tengo una reputación que cuidar.

- Jajaja, está bien, Leonardo -se acercó con ganas de contacto labial.

- Daniel...

Después de un juego de miradas cómplices el azabache soltó la mano de su novio solo para poner esa mano desnuda en la mejilla izquierda del de ojitos azules y acariciar esa tersa piel, sintiendo la temperatura tibia de esa carita, Daniel terminó de juntar sus caras y que sus labios se encontraran. En ese beso había una mezcla de ternura y deseos en dobles sentidos, hacía ya un par de meses que el rubio y el pelinegro no tenían una acción más... más para grandes, por decirlo así. Y sentados ahí, sobre la madera del pórtico de la casa se siguieron besando de una forma lenta y cariñosa hasta que escucharon la puerta de la casa abrirse y algo asustados se separaron, solo para ver al hermano mayor de Daniel sonreírles con cara de "Los atrapé"

- Pues veo que ya no están peleados, niños traviesos, haciendo eso a plena luz del día.

- ¡Hermano mayor! -el rubio menor se puso de pie, contento de ver a su hermano.

- Hola enano ¿Cómo estás?

- Pues bien...

- Y ahora mejor que regresamos -dijo el azabache aún sentado- y hola por cierto... cuñadito.

- Hola niño Leonardo.

- No me digas así -dijo poniéndose de pie y abrasando a Daniel de la cintura.

- Awww, tan bonitos ustedes dos juntos.

- Sip, ya te había contado el otro día por teléfono -dijo el rubio menor.

- Jaja lo sé, pero tenía que verlos con mis propios ojos y además que me quedo hasta el domingo, hoy voy a salir con Mi novio.

- ¿Cuál de todos? Mi hermano se va a molestar si se entera, jaja -dijo en broma el de cabello negro.

- Muy gracioso el chiquillo... voy a salir con Marvin.

- ¿Y a dónde irán? -preguntó curioso el más peque.

El Chico de la bici [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora