"Como quieras" dijo el pelinegro justo antes de entrar a su casa y cerrarle la puerta a Daniel prácticamente en la cara. Luego de oír como la puerta ya se había cerrado, Leonardo apoyó su espalda en esta, cerrando fuertemente los ojos. En serio, en serio Daniel Samudio le había terminado, a él... a Leonardo Grajeda y lo que más le dolía no era su orgullo ni su ego, lo que más le dolía era que una de las personas que más quería le había terminado. "Pues... pues si eso quieres... entonces terminamos de una vez Daniel" dijo muy enojado para sí mismo y con la voz entrecortada, sintió algo húmedo bajar por su mejilla derecha ¿acaso eso era una gota? Secó rápidamente esa pequeña lágrima, ni loco alguien lo vería llorando y menos por una ruptura, algo que siempre le pareció tan estúpido y sin sentido: llorar por romper una relación, ahora él no lloraría por eso, se olvidaría de todo: esa era su nueva meta.
Llenó sus pulmones de aire y luego dio un suspiro, nada de lágrimas, nada de ponerse triste, esas son tonterías de telenovelas y cuentos para niños. Pensó fielmente a sus propios principios. Caminó hasta la cocina y se sirvió un vaso de agua, luego de beberlo fue a sentarse en el sofá del living, encendió el gran televisor y se esforzó lo más que pudo para olvidarse de todos esos sentimentalismos, no se pondría triste por algo como eso, no.
- Oye primo ¿me podrías prestar tus pinturas para...?
- Sí, sí, tómalas están en el estudio.
- Gracias... eh... ¿estás bien?
- Claro que sí, ¿por qué lo dices? -dijo con algo de molestia.
- Es que... -Xavi dudó si hablar o no- ti...tienes los ojos algo rojos.
- D-Debe ser una alergia... no te preocupes por eso.
- Bueno... igual gracias por prestarme tus pinturas.
Xavi salió del living y luego entró al estudio para practicar para su clase de arte, pintar y dibujar era algo que le gustaba. Cuando Leonardo se quedó solo de nuevo frotó sus ojos, medio molesto por las reacciones de su cuerpo, llorar no y punto. Media hora después el azabache que en realidad no había visto casi nada de televisión apago el aparato de entretenimiento y se fue a su habitación, pasó de largo la cama y su escritorio y se fue directo al baño, mojó su rostro para refrescarse, después se miró al espejo... ¿triste? ¿Era un rostro de tristeza? Pues esa expresión en su rostro no le favorecía, él sabía que era el chico más guapo de la escuela y aunque no presumía de eso muy seguido, en realidad si disfrutaba llevar ese título, Leonardo Grajeda no podía estar con una cara de tristeza, no le favorecía. Tomó con sus manos sus mejillas, tal vez dormir haría que todo mejorara al menos un poco... no era seguro, pero podría ser una opción.
Otra media hora tratando de dormir... no importaba cuanto se movía, no importaba cuantas veces se volteará, no podía conciliar el sueño... el cielo ya estaba oscuro... pronto sería la hora de cenar... tal vez era mejor esperar la cena y luego ya dormir con la barriga llena. El azabache se sentó en la cama... ¿Y ahora qué hacer? ¿Tareas? No, sería tonto hacer las tareas en este momento, es cierto que es mejor hacerlas temprano para disfrutar el fin de semana, pero... el pelinegro estaba seguro que hacerlas ahora no sería lo mejor, las haría muy mal en realidad. "Daniel..." pasó por su mente, Leonardo comenzó a pensar en el rubio... ese rubio que le encantó cuando lo vio, cuando se dio cuenta que lo miraba cada vez que pasaba por su casa... nunca antes le había importado que los demás lo miraran, o que trataran de llamar su atención, pero ese niño... ese chico rubio y de ojitos azules tan... "Idiota estás pensando en él" se dijo a sí mismo y movió su cabeza de un lado a otro, como para quitar de su mente esos recuerdos. "No... te voy a olvidar" dijo en voz baja y con dolor en su pecho, no era algo que quisiera en realidad, pero esa era su nueva meta. "Te olvidaré Daniel... lo haré" bajo su cabeza mientras pensaba en eso, luego dio un largo suspiro otra vez y se puso de pie.
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El Chico de la bici [Completa]
FanfictionYa estaba asomándose por la ventana de su casa, seguramente ese chico pelinegro y con piel muy blanca pasaría muy rápido con su bicicleta frente a su casa otra vez, y eso animaba al rubio de 14 años recién cumplidos.