Parte 17

30 2 0
                                    

Correr, escapar, huir... cualquiera de esas tres acciones sería mucho mejor que alejarse de su familia, de su amado azabache... sería algo rápido, solo tendría que armarse de valor y salir corriendo de ese lugar, esconderse de su padre para que no lo encuentre y luego regresar a su casa. Tal vez... ¿podría funcionar?

Daniel con la carita aún empapada con sus lágrimas y parado frente a la puerta trasera del auto, planeaba escapar... correr lo más rápido que pudiera, no alejarse de las personas que más él quería... Eduardo está bajando del coche y su cara no describe ninguna emoción positiva... este es el momento... ahora o nunca. "¡Corre, y no te detengas!" pensó un segundo antes de salir corriendo, las lágrimas caían como lluvia en sus pantalones, en su camiseta. Daniel escuchaba la voz de su padre detrás de él ordenándole que se detuviera, por su naturaleza antes no lo habría desobedecido, pero ahora era algo más, su corazón le decía que por lo menos por esta vez... estaba bien no obedecer y seguir huyendo.

¿Cuánto abría corrido? ¿Nueve o diez metros? No estaba seguro, su mente no estaba para esos cálculos sin valor. Por un segundo el rubio de ojos azules sintió que podía escapar de esa situación tan dura, que no se lo llevarían, que estaría a salvo en casita todo el resto del día... pero casi de inmediato sintió un susto tremendo, sintió que la mano de su padre lo había alcanzado, que lo estaba tomando del brazo y lo jalaba.

- ¡No, no, papá suéltame! -decía desesperado.

- ¡Daniel ya déjate de tonterías!

- ¡Pero no quiero irme, no quiero!

Daniel luchó por zafarse del agarre, pero ya era muy tarde... Eduardo ya lo tenía todo controlado, no importaba si Daniel pataleaba o seguía llorando, cada vez estaban más cerca al auto... justo antes de que subiera resignado, el rubio vio cómo su mamá también lloraba en el marco de la puerta de su casa, verla así lo hundió aún más en la tristeza, fue como si a su corazoncito lo hubieran apretado... algo doloroso. El rubio pensó que se sentaría en el asiento trasero, pero su papá lo metió en el asiento de copiloto y le puso personalmente el cinturón de seguridad. "Nos vemos mañana" le dijo a Emeli desde lejos y de inmediato entró al auto y arrancó.

Justo en ese momento Daniel escuchó la voz de su hermano, volteó y lo vio corriendo hacia ellos gritando "¡Papá espera, espera!", Daniel estaba seguro de que quería decirle algo, pero Eduardo no hiso más que acelerar y dejar a su hijo mayor atrás.

- Papá... Kelver quería hablar contigo ¿Por qué lo dejaste?

- Ya hablaré con él y con tu mamá mañana, ahora no tengo cabeza para nada, tomaré una aspirina cuando lleguemos al hotel.

- ¿Nos vamos a un hotel?

- Sí, pero solo es temporal.

- ...

- Daniel, en ese compartimiento hay pañuelos, úsalos y límpiate la cara.

El pequeño no le respondió nada, solo tomó los pañuelos y se secó las lágrimas. Ese fue un viaje muy callado... un viaje en auto muy frio y no porque el invierno ya se estaba asomando, era la otra frialdad... Mientras Daniel miraba las casas pasar ya no quería pensar en nada, ya había llorado mucho, si recordaba de quienes se estaba alejando caria en el llanto de nuevo, y ya no tenía energías para eso. Tal vez caer en los brazos de Morfeo sería un agradable consuelo después de todo...

"Daniel despierta, ya llegamos" escuchó que le decían mientras movían su hombro, Daniel abrió los ojos y se dio cuenta que ella no estaban en los tranquilos suburbios... era la gran ciudad, con sus altos edificios y autos pasando a cada segundo.

El Chico de la bici [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora