Parte 45

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Nuestro rubiecito estaba con el corazón corriéndole a mil por hora dentro de su pechito... era la primera vez que veía a Leonardo comportarse de esa manera tan... tan poco vista en Leonardo Grajeda... No, la verdad era que ¡Leonardo jamás se había comportado de una forma tan uke! Y ahora estaba en pose de perrito frente a Daniel y enseñándole su lindo trasero. La vista de Daniel estaba perdida en esas nalgas tan redonditas y pálidas... al rubio le daban ganas de darle besitos a esas mejillitas tan bonitas, mientras que sin darse cuenta y sin tocarse tampoco, el pequeño amiguito de su entrepierna se ponía cada segundo más duro.

- ¡Hey Daniel!

- ... -El mencionado no respondía, seguía embobado por la hermosa vista.

- Daniel despierta ya...

- Oh... lo siento, lo que pasa es que... te ves tan...

- No lo digas... ya lo sé... -El pelinegro estaba rojo a más no poder.

- ¿Entonces? ¿Ahora yo también puedo...?

- Ejem... no te emociones demasiado, si es que te dejo hacerlo será solo por esta vez.

- ¡Está bien, está bien! -dijo como niño emocionado- ¡Lo importante es que me dejarás hacértelo a mí!

- Dani... lo repites una vez más y me pongo toda la ropa y nos vamos a dormir -le amenazó.

- ¡Oh no! Ya me callé, por favor Leonardo.

Leo estaba avergonzado, muy avergonzado a decir verdad, nunca antes le había dado curiosidad saber que se sentía... "ser acariciado", en un día como cualquiera él, un miembro incondicional de la familia Grajeda, sería quien acariciara a su pareja y quien llevaría las riendas de las cositas más íntimas y privadas, eso era lo que le gustaba a Leonardo y no había cosa más deliciosa en este mundo que ukearse a un chico tan tierno como Daniel, pero... la noche anterior que pasaron con sus hermanos mayores fue la gota que rebalsó el vaso, sentir a Daniel tomar las riendas por él mismo... sentir su lengua invadir la boquita de Leonardo y luego aprisionar su pene hasta hacerlo eyacular... sentir las ganas de Daniel... su deseo de amor y pasión... todo eso sumado había cautivado al intachable Leonardo Grajeda, y por primera vez sentía la curiosidad... la necesidad de saber cómo era ser tomado por Daniel, su novio... la única persona que era digna de él. Y aunque un Grajeda tiene que ser el que controle la situación y lleve el rol de seme todo el tiempo... se le podía perdonar una oportunidad de que lo ukearan ¿verdad? Además... miren la carita de Daniel, le brillan los ojitos y una sonrisa de niño emocionado está en sus labios. Leonardo solo puso suspirar

- Bueno... acércate de una vez Daniel, quiero que empecemos ya.

- S-Sí... ahí voy.

Daniel empezó a gatear hacia su amado de cabellos negros, Leonardo cambió de posición y se recostó boca arriba sobre su bolsa de dormir, el rubiecito por instinto se puso sobre él, arrinconando a Leonardo con sus manos, Leonardo se veía tan tierno... Daniel se sentía emocionado, era la primera vez que haría de seme.

- Oye Dani... ya deja de mirarme así, parece que me quieres comer.

- Leonardo eres tan sexy... -dijo con los ojitos brillantes.

- Eh... ¿sabes? Puedes empezar a besarme, sería un buen inicio.

- ¡SIP!

De inmediato Daniel juntó sus labios con los del azabache, sintiendo la suavidad de estos, eran tersos como la porcelana y tan finos... empezó a mover sus labios mientras que Leonardo aún se mantenía quieto... ese gesto le gustó ¡Leonardo dejaría que llevara las riendas de los besitos también! Daniel lamió con dulzura los labios de su amado, para luego meter su lengua entre los finos labios del ojinegro, Leonardo sentía la humedad de la lengua de Daniel, su dulzura... sentía como lo invadía el deseo... las ganas de hacer el amor, sentía su pechito latir a mil por hora... ¿era la emoción? Pues eso parecía... las manos de Leonardo temblaban mientras acariciaba la espalda de Daniel, el azabache estaba perdido de placer por como Daniel le comía la boquita, sin duda, desde su primer beso, el rubio había mejorado de manera abismal.

El Chico de la bici [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora