Los primeros días del año pasaban con más rapidez de lo que todos querían, las vacaciones de invierno aún durarían para unos días más pero igualmente todos querían que duraran meses, lamentablemente solo eran unas cuantas semanas y como a todos los días se quedaban chicos para hacer todo lo que uno quiere hacer con su tiempo libre. Especialmente para Leonardo Grajeda, que en estas vacaciones se le estaba haciendo el mal hábito de levantarse tarde, casi al medio día. Y otro tema era con cual personita era con quien despertaba...
El azabache trataba de dormir plácidamente, pero al mismo tiempo se estaba despertando, aunque él no quería, siempre es más rico dormir un poquito más antes de despertarse por completo y salir de la cama... esa mañana Leonardo tenía lo que usualmente llamamos erección matutina y lo mejor de todo para él es que inconscientemente se estaba frotando contra algo suave... muy adormilado sus manos encontraron dos nalguitas redonditas y suavecitas, y por reflejo o al menos eso parecía empezó a frotarlas con lentitud. Sus dos manos acariciaban esas nalguitas por sobre el pijama... ¿Sería otro de esos sueños húmedos? Se preguntaba muy adormilado, en ese momento no le importaba mucho, se sentía muy rico frotar su erección y frotar esas redonditas nalgas, todo el tiempo con los ojos cerrados Leonardo continuó.
Mientras continuaba con su lenta tarea empozó a escuchar leves gemiditos y jadeos, la vocecita se le hacía familiar... "Eso se siente bien Leonardo..." escuchó, por un segundo pensó en detenerse, pero luego decidió ignorar esa idea, estaba seguro que solo estaba soñando. Así que excitado quiso seguirle el juego a su pequeño sueño húmedo. "¿Te gusta cuando te toco?" susurró y luego de unos segundos escuchó un "sí". Entonces sintió como un pequeño cuerpo se pegaba más a él y una leve respiración chocaba contra su cuello. Ese sueño era muy real y delicioso... el azabache subió sus manos para acariciar una pequeña espalda y luego terminó por abrazar a ese cuerpo tan cálido para acurrucarse con él. Aún con mucho sueño el azabache ahora mucho más cómodo terminó dormido una vez más, ahora sí dormiría como bebé.
Mientras que Leonardo dormía calentito en su cama, un rubio caminaba en puntillas por el pasillo de su propia casa, abrió lentamente y con cuidado la puerta de la habitación de su hermano mayor y gateando en el suelo llegó hasta la cama. Ahí lo vio durmiendo con todo el placer del mundo y hasta un hilo de saliva se le escapaba por la comisura del labio, con todas las sabanas revueltas y las almohadas en diferentes puntos de la cama. Daniel hiso una sonrisa traviesa y con un gran impulso saltó sobre su hermano, cayendo sobre él y despertándolo de golpe. Las risas del menor rebotaron en las paredes de la habitación mientras los dos rodaban sobre las sabanas y cayeron juntos al piso, afortunadamente sobre un par de almohadas.
- ¿Tenías que despertarme así verdad?
- Jajaja sí... siempre es divertido.
- Desde niño me dices lo mismo enano -sonrió.
- Es que siempre es la verdad -le sacó la lengua todo divertido- oye ya vamos a desayunar, van a ser las once.
- ¿Desayunar a esta hora?
- ¡Aja! Convencí a mamá para que hiciera panqueques y luego del desayuno quiero jugar en la nieve contigo.
- ¿En serio?
- ¡Sí! Como en los viejos tiempos Kel.
- ¿Cuáles viejos tiempos? Todos los años hacemos lo mismo.
- Jajaja
Los dos hicieron una pequeña lucha ahí sobre el suelo riendo y dándose pequeños golpes sin lastimarse, solo era una lucha de juego. Hacía tiempo que no hacían eso.
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El Chico de la bici [Completa]
FanficYa estaba asomándose por la ventana de su casa, seguramente ese chico pelinegro y con piel muy blanca pasaría muy rápido con su bicicleta frente a su casa otra vez, y eso animaba al rubio de 14 años recién cumplidos.