Más de las siete de la noche, era algo extraño... los faroles de la calle ya deberían estar encendidos a esa hora de la noche, eso mismo pensaba Marvin mientras llegaba caminando a su hogar, tenía una tarea muy pesada por hacer y no estaba con muchos ánimos, parece que las fiestas y las reuniones amicales serían arruinadas por unos días por culpa de las múltiples asignaciones en la universidad. El alto azabache suspiró mientras caminaba en la oscuridad, aunque los faroles no estaban encendidos podía ver que en las casas sí había luz eléctrica, seguro al que opera las luces se le habría olvidado encender los faroles, que fastidio.
Cuando llegó al pórtico de su casa tropezó con una pequeña piedra que no había divisado por la oscuridad y se golpeó la ropilla con el escalón, ahora su fastidio era aún peor que antes, después de decir unas cuantas palabrotas ante del dolor y ahora con el ceño fruncido terminó de subir el par de escalones y ya parado frente a la puerta mientras buscaba sus llaves en el bolsillo escuchó pequeño crujido, eso llamó su atención, ya que tenía el oído muy agudo. Su vista fue hacia abajo, no reconoció que era ese rectángulo solo lo tomó en sus manos. "Que fastidio, debe ser otra de las cartas que esas acosadoras de la universidad me mandan, ya me tienen arto" pensó de inmediato y sin leer las palabras que había en el sobre ya que la oscuridad no le permitía. Sin ningún interés en esa carta la arrojó indiferentemente hacia la nieve. "En serio que no sé cómo esas chicas se consiguen mi dirección" dijo en voz alta para sí mismo y finalmente abrió la puerta.
- Leonardo, Xavi... ¿están en casa? -dijo en voz alta ya que las luces del living estaban apagadas.
- Hola Marvin, estaba arriba viendo la tele -lo saludó su primito bajando las escaleras con el control remoto del televisor en una de sus manos.
- Hola Xavi ¿Y el antipático?
- Salió, no sé a dónde fue pero me dijo que llegaría para la cena.
- Mmm... tiene una hora más afuera entonces.
- Sip.
- ¿No te molesta si practico con mi guitarra?
- Claro que no tonto, aprovecha que Leonardo no está, y yo estaré nuestra habitación.
- Ok ¿sabes que te portas mejor que Leonardo cuando tenía tu edad?
- Jaja, eso me han dicho.
Mientras tanto, en un parque muy conocido, estaba Leonardo recostado bajo un árbol y con dos libros al lado de él, había estado leyendo ahí hasta que se hiso de noche y ahora las luces no encendían, con la oscuridad ya no podía leer nada así que se dispuso a relajarse un rato y ver el cielo desde ahí, recostado sobre la hierba. Exactamente en el mismo lugar donde él y Daniel Samudio se dieron su primer beso... y el segundo y el tercero...
"Tonto... ¿por qué me recuerdo de algo como eso ahora? Y ¿por qué justo tenía que leer en este lugar? ... tontos sentimentalismos, ya olvídate de una vez" pensaba el ojinegro mirando hacia el cielo, pero era cierto que algunas veces no podía evitar perderse en sus pensamientos... y en sus sentimientos, últimamente le molestaba pensar en sus sentimientos. De pronto el azabache vio como los faroles de las calles por fin se encendieron, alumbrando nuevamente las calles. "Ya era hora, ahora si podré leer a gusto" pensó Leonardo sentándose y abriendo uno de sus libros, tratando de no tomarle más atención a sus emociones, o por lo menos por ahora...
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El rubio de ojos azules, mejor conocido como Daniel Samudio, estaba sentado en su pupitre jugando con sus dedos, sentía cosas raras... nervios, mariposas en el estómago, ansiedad por saber cómo había reaccionado Leonardo al leer su carta y de cómo hablarían ese día... Daniel se lo había pedido, se había abierto en sentimientos en esa carta, lo que más quería era hablar con su azabache y volver a abrasarlo, volver a besarlo...volver a ser novios. Daniel sintió como una electricidad recorrerle de su pecho a su pancita, en serio que los nervios eran sensaciones impredecibles... seguramente por eso se había levantado a las seis de la mañana y ahora estaba casi solo en el salón de clases, solo unos poquísimos compañeros estaban ahí en el aula tan temprano en la mañana.
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El Chico de la bici [Completa]
FanfictionYa estaba asomándose por la ventana de su casa, seguramente ese chico pelinegro y con piel muy blanca pasaría muy rápido con su bicicleta frente a su casa otra vez, y eso animaba al rubio de 14 años recién cumplidos.