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-¡Vuelve aquí, sanguijuela! –Gritó Astrid pasando sobre mí y corriendo hacia Blair, la cual acababa de robarle su top favorito para usarlo en el concierto de esta tarde. Por suerte, yo ya estaba vestida y no tenía que pelearme con la lunática de mi mejor amiga. Su ropa era su vida.
-Dejen de pelear, señoritas, solo es un top feo. –Les dijo Joe antes de entrar a la habitación de Astrid. Supongo que las había visto correr por el pasillo y creo que habían bajado, pues había perdido el sonido de sus pisadas.
-Tienes suerte de que Ast no te haya oído, te hubiera matado. –Comenté y Joe rió. Llevaba unos pantalones rotos ajustados negros con una blusa azul marina muy ancha y metida dentro de los pantalones altos. Además de unos tacones negros que le robaría más adelante seguro.
-Tiene un grave problema con la ropa. Deberíamos llevarla a rehabilitación. –Me encogí de hombros.
-También deberíamos llevar a Blair a una zona lejos de cualquier artefacto con el que pueda escribir. ¿Hasta qué hora estuvo anoche con su dichosa noticia? –Joe pareció pensarlo un buen rato. Escuchamos de nuevo pasos subiendo, a algún punto habían tenido que llegar.
-Creo que hasta las dos, mínimo. Podría escribir ella sola el periódico entero. –Asentí.
Astrid entró con los ojos rojos y tela de lo que antes era su top favorito en cada una de sus manos, claramente roto. Blair se quedó en la puerta y miró a Astrid con desaprobación y los brazos cruzados. La morena corrió como si hubieran matado a alguien hasta tirarse sobre Joe y abrazarla con fuerza. Se hizo una bola y dejó su cabeza sobre el hueco de cuello de Joe. Ella estaba en un puf, por lo que estaba el doble de hundida que antes por el peso de ambas.
-¿Qué ha pasado? –Le pregunté a Blair confusa y ella suspiró.
-Alguien no sabe compartir. –Explicó, mirando a Astrid acusatoriamente.
-¡Es mí ropa! –Se quejó Astrid mientras lloriqueaba sobre Joe.
-¡Tú eres la que no lo soltabas! ¡Tú lo rompiste! –Astrid se hundió más en el hombro de Joe y esta comenzó a repartir caricias por su espalda.
-Astrid, cariño –Le dije inclinándome hacia ella y me miró con el ceño fruncido-. ¿No crees que estás siendo un poco melodramática?
-Sabes que soy la reina del drama, así que déjame ser. –Ordenó y yo asentí levemente asustada.
-Siempre podemos comprar otra. –Sugirió Blair mientras iba al armario de Astrid y sacaba otra blusa, esta era negra.