Capítulo 19

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No iba a soltarle

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No iba a soltarle. Iban a tener que sacarlo a rastras del país y mandarlo a Canadá mientras me metían en la cárcel porque no iba a dejarlo ir. Se iba a quedar aquí en la cama, conmigo, abrazándome y protegiéndome hasta que la muerte nos llevara. No lo soltaría, no podía dejarlo irse. Volvería, lo sé. Pero las personas cambian a diario y lo primero que cambian de sus vidas suele ser a mí.

           Cerré los ojos con fuerza y exhalé profundamente. Iba a recordar su olor a coco y su jabón lavanda, el suave tacto de su piel contra la mía, el lunar que se escondía en las arrugas de sus mejillas cuando sonreía y como el pelo le caía sobre los ojos mientras dormía. Recordaría la manera en la que las venas surcan sus brazos de una manera sexy que me trae loca y como sus ojos se achican a causa de una sonrisa.

         ¿Un mes viéndolo solo a través de una pantalla? ¡Ya me costaba pasar tres horas sin hablar con él como para dejarlo ir ahora! No, él se quedaba. Me toca ser egoísta y pensar en mi misma. A la mierda el mundo, él se quedaba aquí. Yo lo sé todo sobre él.

           Menos el contacto de sus labios...

          Jake se movió y me atrajo más hacia él. Metió su cabeza en el hueco de mi cuello y lo besó.

         -Buenos días, pequeña. -Murmuró ahí antes de continuar besándolo. Eso me había pillado completamente desprevenida. Acaricié su cabellera negra y elevé mi mentón para que tuviera mayor acceso.

           -Buenos días, futuro extranjero. ¿Cómo amaneciste? -Jake rió y mordió el lóbulo de mi oreja.

          -Juguetón. -Murmuró y sonreí. Le empujé un poco y me puse sobre él para abrazarlo con fuerza.

         -Solo nos quedan siete horas hasta que salga tu vuelo -Comenté y él respiró hondo. Al asentir su barbilla chocó contra mi hombro-. ¿Qué te parece si nos quedamos una hora en la cama?

          -¿Para hacer qué? -Quiso saber y yo me reí al pensar en una broma en la que soltar.

         -No sé, ¿tienes un ajedrez cerca? -Jake se rió mientras acariciaba mi espalda. Me besó el cuero cabelludo y yo casi me derrito.

         -No. Una pena, lo sé. Como castigo te vas a quedar aplastándome durante toda esta hora. -Negué contra su cuello y noté como mi pelo se desparramaba por su hombro y almohada.

         -Se supone que un castigo debe de ser desagradable. -Le informé y él rió apretándome con muchísimas fuerza.

         -¿Qué te hace pensar que para mí esto es agradable? ¿Crees que me resulta agradable tocar tu pelo sedoso? ¿U oler tu champú de fresa? ¿O que me abraces con fuerza? En absoluto -Sentenció-. Es absolutamente desagradable. Menos mal que voy a estar un mes sin verte porque no soporto que te quedes ahí, en mi cuello, encerrada por horas haciéndome cosquillas en el cuello -Jake rió por su increíble discurso sarcástico antes de besar mi coronilla-. Te voy a echar mucho de menos. Vamos a tener que medir muy bien las horas, digo, canciones, para poder hablar todos los días.

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