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“Su sonrisa.
Su maldita y jodidamente preciosa sonrisa.
Todo hubiese sido diferente si ese 2 de abril de 2013 Stephany Kelton no me hubiese dedicado esa sonrisa”
-Recuerdo ese día –Murmuré y Jake me miró sorprendido-. Recuerdo haberte pillado mirándome. Recuerdo haberte sonreído y te pusiste rojo. Yo después seguí hablando con mis amigas, no había afectado en nada. Parece que a ti sí que te afecto. –Jake sonrió.
-Eso lo único que hizo fue volverme cada vez más loco por ti. Un poco más cada mes. Treinta y cinco meses hasta que decidí hablarte.
-Entonces dices qué…
-Escribí la historia que me gustaría haber tenido contigo, pequeña. Sí. –Asentí.
-¿Y cuándo la terminaste?
-En marzo. Más o menos cuando nuestra historia de verdad comenzó. –Sonreí de lado.
-Eres asombroso.
-Podría decirte lo mismo.
Dejé el libro sobre la cama y me acerqué más a él. Mi corazón iba a salirse de mi pecho.
-¿Y por qué me lo das ahora? ¿Qué quieres que haga yo con él? –Las manos de Jake bajaron rozando mis brazos hasta quedarse en mis caderas como si me estuviese lloviendo encima y sus manos fuesen las gotas.
-Bueno, ya está terminado y súper editado. Es una parte muy importante de mí. Mis hermanos y mis cuñadas lo han leído y me han dicho varias veces que creen que debería publicarlo. Pero yo quiero saber la opinión de mi musa primero. –Me incliné y le di un largo beso en los labios.
-Si lo has escrito tú, debe de ser genial. –Jake bufó.
-Me sobrevaloras. –Negué.
-Sé lo que eres capaz de hacer. Que es diferente.
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“¿Por qué la gente no la escucha?
Parece tener el chiste perfecto para hacer que todo tu dolor desaparezca. Su risa es aguda pero no de estas irritables, sino de las amenas que cuando escuchas y sabes que fue gracias a ti producen que tu pecho se infle de felicidad.
