Capítulo 25

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           -Ya debería de haber llegado

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           -Ya debería de haber llegado. –Me quejé mientras me cubría la cara con las manos. Mis codos se hundían en mis muslos y mi desesperación iba creciendo cada vez más.

            -Kate, solo han pasado diez minutos desde que dijeron que su vuelo debería de haber llegado. No te desesperes. Además, tiene que recoger las maletas, bajar del avión…. –Bufé.

            -Lo sé, Jackie. Pero es que quiero verlo. –Pasó su brazo por mis hombros y me abrazó.

            -Yo también, Kate. Te lo aseguro –Me dio un beso en la sien y me volví a sentar bien. Había un grupo de chicas mirándonos atentamente y cuchicheando. Supuse que acerca de Jackie-. ¿Tienes hambre?

            -Sí, pero prefiero esperar a que Jake venga y comer allí. Las cosas que estaban preparando olían de maravilla y tengo la sensación de que me voy a empachar. –Jackie rió. Señaló con la barbilla a las chicas que había a nuestra izquierda, quienes no paraban de mirarlo.

           Sinceramente, las comprendía. Jackie parecía imponente con la camiseta ancha de fútbol americano, los tejanos claros gastados y las botas. Tenía el pelo revuelto y sus ojos verdes como las hojas en primavera. Si le añadimos que es jodidamente alto podía llegar a asustar si te ponía una mala cara. Pero si te sonreía como hacía cuando Dory estaba cerca podías derretirte en menos de un momento. Claro, que para quienes no les gustaban simplemente te gustaba su sonrisa.

           -¿Ves a esas chicas? –Asentí-. Ya verás como la morena de la derecha se acerca ahora a intentar hablarme. ¿Cuánto crees que tardará en preguntar si somos hermanos?

            -Menos de lo que tú vas a tardar en decir que tienes novia.

            -Una jodida novia perfecta a la que quiero y respeto. –Me corrigió Jackie y le sonreí.

            Se escucharon sonidos de maletas rodando por el suelo y ambos nos pusimos en pie rápidamente. Comenzaron a salir personas por la puerta de cristal y las personas que había cerca de nosotros corrieron a abrazarlos. Todavía no había ni rastro de Jake.

            Casi había perdido la esperanza cuándo vi a mi chico con cinco maletas llenas y una mochila a sus hombros. Llevaba el pelo desordenado, una camiseta negra lisa y bermudas marrones lisas remangadas por encima de las rodillas. Tenía el rostro cansado del vuelo pero eso no quitaba que luciese increíble.

          El mundo entero se detuvo, la gente desapareció a nuestro alrededor. Solo quedábamos él y yo cuándo nuestras miradas se cruzaron. Yo me había prometido no hacer nada alocado de camino aquí. Dejar que Jackie lo abrazase primero, después darle yo un corto abrazo, ayudarle con las maletas y dejarlo hablar del viaje. Pero el problema era que aceptar que lo echaba de menos no era suficiente para esconder las ganas que tenía de verle.

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