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-Wow, eso es mucho tiempo. –Ellen cruzó sus piernas y acarició el reposabrazos de su sillón de terciopelo rojo, el típico de su plató de televisión.
-Sí –Asintió Aiden-. Eso hace que nos conozcamos muy bien tanto fuera como dentro del escenario y sepamos cómo llevar distintas situaciones.
-¿Podrías poner un ejemplo? –Le preguntó Ellen y Aiden asintió. De fondo se escuchó un "Guapo" y Aiden se removió inquieto.
-Claro. Por ejemplo, en la gira por América, en Perú, la seguridad falló y se cayeron las barreras que nos separaban de las fans en el aeropuerto. Ya de por si no nos dejaban parar a firmar autógrafos así que cuando cayeron fue un gran descontrol.
-Lo recuerdo –Intervino Marshall-. A Evan le rompieron la camiseta y le robaron el reloj.
-La cosa –Aiden miró a Marshall para que se callase- es que tuvimos que salir corriendo. Sabíamos que Kyler es quien más se agobia en este tipo de situaciones así que nosotros nos paramos a firmar para que él subiera primero al furgón.
-Pero eso no evitó que las Sadlers me arañasen. –Comentó Kyler y sonrió de lado.
-Debió de ser una experiencia extraña. –Sentenció Ellen y los cuatro asintieron.
-Sí –Convino Evan-. O sea, nosotros entendemos que les guste nuestra música pero no el hecho de que se nos intenten tirar encima. Es estresante. No sé como otras personas lo soportan tan bien.
-Definitivamente –Finalizó Kyler- la fama no es para nosotros.
-¡¿Qué quieres?! –Le grité a quién sea que me había llamado en mi momento fangirl. ¡Suicide Club estaba en el Show de Ellen[1]!
-Hola a ti también, pequeña. Sí, estoy bien, gracias por preguntar. Y sí, sigo plantado en la pizzeria en el que quedamos hace dos horas para comer. ¿Dónde mierda estás? Vienes media hora tarde. –Oh, mierda, lo había olvidado por completo.
-Oh... Es que Suicide Club ha ido al Show de Ellen y lo estaba viendo. Se me ha olvidado por completo, lo siento. ¿Quieres traer la comida china a mi apartamento y comemos juntos aquí? Es que la entrevista está interesante. –Jake suspiró al otro lado y escuché el sonido de una silla rechinar en el suelo. Supuse que se estaría levantando.
-Vale, iré a por pizza y después voy. Pero tú después me das el dinero. ¿De acuerdo?
-Lo que tu digas, ahora nos vemos. –Colgué en seco y escuché la última pregunta que Ellen les había hecho.
-¿Y por qué esos cortes en los brazos?
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