Capítulo 10

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            -Estoy de acuerdo

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            -Estoy de acuerdo. –Asintió Apolo terminando de hacerle una trenza al hobbit rubio (Como Apolo había apodado a Christina) y se la deshacía para hacer otra diferente.

            Nos encontrábamos en el salón de Jake solos con Apolo y Christina, pues Brooke y Jack se habían tenido que marchar. Había sido agradable estar con ellos y ahora estaba bastante entretenida conversando con Apolo a cerca de las últimas noticias emitidas por televisión.

            -Es que creo que si hubiera un carril bici también en las carreteras segundarias sería menos peligroso. –Afirmé y Apolo asintió.

            -Un amigo mío fue con la novia a montar en bicicleta y casi los atropella un camión. Hubiera sido muy trágico porque el cuerpo de ese chico debería ser patrimonio de la humanidad –Tanto Christina como yo reímos fuertemente. Jake, sin embargo, no emitió ni el más mínimo sonido, algo que me preocupó un poco. Tenía la cabeza apoyada en mi hombro y estaba jugando con los dedos de mi mano-. Hobbit, deja de moverte o la maldita trenza saldrá torcida.

            -Disculpe, don perfeccionista. –Apolo tiró adrede del pelo de Christina y ella emitió un gritito de queja.

            -Eso es, grita perra. –Ambas volvimos a reír y Apolo también se rió.

            -¿Estás estudiando estética? –Le pregunté a Apolo. Él negó.

            -No, para chef. La señora Morgan me ha ofrecido un puesto de chef en su restaurante y por ahora soy solo pinche. Ya es mi último año.

            -¿Son solo dos? –Pregunté sorprendida y asintió. Apoyé mi cabeza sobre la de Jake y su cabello negro me hizo cosquillas en la mejilla derecha.

            -Me gustaría abrir mi propio restaurante algún día. Tal vez ponga al Hobbit a hacer estriptises. –Chris le dio un codazo en el estómago.

            -Serás mamón. Eres una maricona mala. –Apolo sonrió.

            -Mala no, malísima. –Lo dijo en un tono agudo antes de lanzarle un beso y reír con una especie de voz de pito. Comenzaron a discutir y salí disimuladamente de la conversación.

            -¿Te encuentras bien? –Le pregunté a Jake. Le di un beso en la frente y noté que estaba ardiendo.

            -Me duele un poco la cabeza, nada más. –Dejó de jugar con mi mano izquierda y decidí agarrar con esta la derecha sola.

            -Estas ardiendo. Deberías tomarte algo. ¿Voy a por una aspirina? –Asintió levemente sin apartar la cabeza de mi hombro-. Ahora vuelvo.

            Por suerte, en estos dos meses había venido unas seis veces a casa de Jake –Normalmente él venía a mi casa- y dado que la primera vez que vine me dio una aspirina antes de irme ya sabía dónde las guardaba. La metí en un vaso de cristal lleno de agua y dejé que se disolviera mientras volvía al sofá. Le entregué el vaso y Jake lo cogió rápidamente. Bebió a pesar de que no estaba completamente disuelta y después volvió a apoyarse en mi hombro.

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