Capítulo 16

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            -Cuéntame qué te pasa. –Le ordené a Astrid mientras me sentaba con ella en mi sofá y flexionaba las piernas mientras hacía equilibrismos para que la taza de café no se derramase en mi precioso mueble gris.

            -No me pasa nada. Solo quería… Hablar. –Hice una mueca y dejé mi café en la mesa de centro.

            -Ast, tú no madrugas los sábados. Tú no vienes a mi piso andando a las diez de la mañana por gusto. Y mucho menos tienes la mirada perdida. Así que, o me lo dices, o te tiro el café por la cabeza. –Ella bufó y se sentó de la misma manera que yo.

            -Eres muy pesada.

            -Soy insistente, es algo diferente. –Astrid se recostó en el sofá y suspiró. Se frotó los ojos, ganando así tiempo, y después se pasó una mano por el pelo.

            -Cuando conocimos a Joe, me pareció mona –Aseguró una vez hubo abierto los ojos-. Pero no mona como puedes decir tú de una chica. No, yo la veía guapa de “Oh, Dios, me la comía enterita”. Pensaba que eran mierdas mías, cosas desesperadas. Así que cuando vi a Jordan por primera vez y pensé lo mismo de él mi susto se pasó –Se inclinó en el sofá y puso sus pies a ambos lados de mi cuerpo mientras miraba al techo-.  A mi Jordan me gustaba, me gustaba de verdad, Kate. Yo disfruto cada maldito minuto que tenía con él y el sexo es fabuloso. Yo te lo aseguro. Pero siempre tengo una especie de molesta que no me dejaba estar a gusto por completo.

            -Joe. –Adiviné y ella asintió. Cogí mi taza de café mientras me preguntaba si sería de mala educación ir a hacer palomitas. Esto estaba interesante.

            -Cuando estoy con Jordan me pregunto si Joe estará bien. Si querrá que vayamos a una tienda de guitarras, sé que ama verlas y probarlas, o si necesita ayuda para estudiar. Si ha comido, le duele algo…

            -Sí, comprendo. Te preocupas por ella. –Resumí y ella asintió.

            -Eso no quiere decir que no me preocupe por vosotras, claro está. Pero siempre queda esa cosa que no me deja olvidarla. Sin embargo, cuando estoy con ella, mil desgracias pueden ocurrir que no dejaré de sonreír.

            -Que bonito. Me lo pondré de estado. –Saqué el móvil para hacer la broma y ella me miró con desaprobación. Lo solté y me aguanté la risita.

            -Esto es serio, Kate. Mira, a veces, cuando hacemos las bromas esas pervertidas… Yo… Joder, a veces me dice cosas calientes y quiero echaros a todos de la habitación y dejar que las cumpla. Hace dos semanas, en la casa rural, cuando me dijo de besarla, te prometo que cuando me separé os pensaba echar a todos y quedarme besándola toda la mañana. Y sé que no paraba de hablar de Jordan, y lo quiero. Pero por más que lo intento, por mucho sexo que tengamos, siempre acabo pensando en Joe. ¿Puedo forzarme a querer a alguien y a olvidar a otra persona solo porque sea una chica? –Negué levemente. Le cogí las manos y tiré de ella para que se sentase apropiadamente. Después dejé nuestras manos agarradas.

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