E P Í L O G O

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Siete meses después…


La librería era ciertamente acogedora.

Los estantes de madera oscura abarcaban todas las paredes de la gran estancia. En la parte superior de estos, se hallaban carteles con grandes letras en las que ponían de qué género eran los libros que se encontraban ahí. Todos ellos estaban perfectamente ordenados y las estanterías absolutamente pulcras.

El cartel que se encontraba en mitad del techo hecho con lona blanca no era lo que más llamada la atención, sin duda. La gran cola de lectores que entraba por la puerta principal era lo que más llamaba la atención si mirabas desde mi punto de vista.

Todos los visitantes tenían la característica de llevar un libro negro con una mariquita en una mano. El título en cursiva que tanto nos había costado decidir definía el título del gordo libro: Perfectly sarcastic.

Algunas chicas venían con camisetas blancas con un rotulo en el pecho de “TeamMario”. Los libros de algunas tenían cientos de marcas de frases y algunos otros traían muchísimos dibujos y cartas hablando de lo que para ellos significaba el libro. Algunos chicos incluso se sentían identificados.

Había gente que le traía apuntado el nombre del blog que llevaban con la reseña de su historia, trabajos que habían hecho para clase…

Era enternecedor como las chicas se sonrojaban cuando a la hora de hacerse una foto, Jake les daba un beso en la mejilla, causando que se derritieran al instante.

A veces, sentía que tenía que compartir a Jake. Pero todo eso se me olvidaba al ver lo feliz que era firmando libros, haciendo acuerdos para otro dentro de poco. Como nos reíamos con Owen, su editor y el que nos mantenía en contacto con la editorial. Esta hacía todo lo posible para que la exitosa carrera de Jake no interfiriese en sus estudios. Muchas noches, yo era la que me quedaba ajustándole la agenda para que él pudiese quedarse estudiando sin ningún problema. Sus hermanos se turnaba para acompañarlo a entrevistas, pero siempre que le pedían una exigían que yo le acompañase. Pues se formó un gran alboroto cuando Jake me presentó la primera vez como “su musa”.

En este instante, una chica de cabello caramelo que se había presentado como Maia, quien tendría unos diecisiete años, se hacía una foto con un Jake la mar de feliz. Este le sonreía de manera amigable y le dio un beso en la mejilla. Ella, tras terminar la foto, le dio un abrazo y después se fue con su ejemplar firmado.

El siguiente era un chico con cabello oscuro y con pecas. Le tendió el libro y Jake le preguntó el nombre. El chico se presentó como Will. Tendría unos dieciséis años, como mucho. Jake comenzó a escribirle una dedicatoria. Cuando le fue a entregar el libro, Will habló.

-En los agradecimientos, menciona que esa historia está basada en la que tú creías que ibas a tener con una chica. En twitter e instagram subes muchas fotos con una chica. ¿Es esa la chica con la que creías que tendrías un final feliz? ¿La conseguiste?

Jake se giró para mirarme. La intensidad de sus ojos grises mezclados con verde me paralizó por varios segundos. Su mirada era cálida, tanto como el primer día que la vi. Recordaba nuestra historia a la perfección.

Recordaba cómo se había sentado conmigo en clase. Recordaba cómo me había cuidado. Recordaba cómo nos habíamos reído. Recordaba todo el estrés por la publicación del libro y cómo se tranquilizaba cuando estaba cerca. Recordaba cada sonrisa, cada beso y cada te quiero.

No podía parar de sonreír al ver al gran hombre que se había convertido Jake. Era imposible no recordarlo haciendo pintadas en las paredes de mi instituto. Y ahora estaba por publicar su segunda novela. Él se había convertido en una persona muy importante para mí. No hacía falta ser un genio para darse cuenta.

Jake se giró de nuevo para ver al chico. Sin borrar en absoluto la sonrisa de su rostro.

-Sí, Will. Conseguí a la chica de mis sueños.





Hablamos en los agradecimientos 💙

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