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<<No soy escritora. Por lo tanto no sé escribirte palabras bonitas. Pero eso no quita el hecho de que pueda sentir cosas bonitas. Este libro me ha maravillado. Tienes buen gusto para la literatura juvenil. Espero que a ti también te guste. He oído que hay película. Tenemos que verla algún día.
Este libro me ha hecho reír, llorar, pensar y soñar. Una mezcla de sentimientos. Y creo que voy a comenzar a leer por el simple hecho de recordarte. Porque cuándo leo veo cuánto se quieren los personajes y me recuerda a nosotros. Dos amigos que se auto-engañan diciendo que no son nada.
Tú eres algo para mí, Jake. Una pieza importante en el puzle de mi vida. No solo una pieza, muchas de ellas. Sin ti, mi puzle no tiene mucho sentido. Y cada día de este maldito mes que hemos estado separados, créeme cuando te digo que me he dado cuenta de que esta afirmación es muy cierta.
Una vez una vieja amiga me dijo que enamorarse era como caer por una cascada. Y que te asusta ver mientras caes lo que eres capaz de hacer por esa persona. Y lleva razón, asusta mucho. Porque yo no hubiera comprado un libro si no estuviera pensando en hacer algo por ti. Porque yo no hubiera hablado de mala manera a Damien si no pensase que mis palabras dulces deben ser solo escuchadas por ti. Y he cantado cada maldita canción que solíamos cantar juntos para no sentirte tan lejos, he releído todas las notas desde que supe que eran escritas por ti por tenerte un poco más cerca y casi me encierro en tu casa por mantener tu olor en mi memoria.
Puede sonar asquerosamente cursi pero es la estúpida verdad. No me gustas, Jake. Ni un poco. Esa palabra es demasiada pequeña. Estar contigo es como pasear por las estrellas. Meterse en una burbuja y poder hablar de lo que sea. Tú simplemente me encantas, Jake. Cada lunar y cicatriz me enamoran.
Tú, Jake Morgan, estás robando mi corazón a una velocidad que asusta. >>
Doblé la nota con sumo cuidado y la metí dentro del libro. En una página al azar, así cuando la encontrase sería una gran sorpresa. Dejé el libro sobre su mesilla de noche mientras iba a por el papel de envolver que tenía en un cajón de la estantería. Saqué tijeras y cinta para pegar el envoltorio. Madison siempre se reía de mí por lo mal que envolvía y esto no era una excepción. Me había quedado fatal.
A pesar de ello, lo dejé a los pies de la cama y salí de su habitación. Solo tenía que estudiar para el examen de mañana viernes y listo.
Jake volvía en dos días. Mi trabajo en el Java había terminado y me habían dado mi sueldo y el del mes que viene. Además del plus que siempre daban en verano, me iba a casa con tres mil doscientos cincuenta y cuatro dólares. Que tras el pago del alquiler, cosas para la casa y pagar la matrícula para el año que viene me quedaba con tristes mil dólares para dos meses. Hasta que comenzase a trabajar con Martin. Por suerte, eso sería pronto. Me había asegurado que muchos jefes necesitaban asistentes y que si lo hacía bien hasta la vuelta de su secretaria me recomendaría para trabajar tres días a la semana en la oficina y uno de ellos en casa. ¡Era genial!