C i n c o

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Ya habían pasado varios días desde que cierto pelirrojo fue a vivir con un moreno de ojos color chocolates

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Ya habían pasado varios días desde que cierto pelirrojo fue a vivir con un moreno de ojos color chocolates. El mismo se encontraba celebrando en el departamento de su compañero, saltando de alegría pues había recibido una llamada en el teléfono de la casa del lugar en el que había pedido trabajo. Al colgar el aparato después de haber recibido una respuesta positiva, un júbilo de regocijo se apoderó de él. Empezaba a salir de su complicada situación de a poco.

Rememoró con una sonrisa en los labios, aquella vez en que había pisado por primera vez el lugar que ahora era su vivienda temporal. Estuvo tan emocionado porque alguien le tendió la mano, que ni siquiera pensó que tal vez Roy podría ser peligroso, pero no fue necesario. Su instinto le dijo que podía confiar en él, y tuvo razón. Inclusive, ahora le parecía absurda aquella determinación que casi le había llevado a cometer una locura. Ahora podía volver a pensar en oportunidades antes que en fracasos. Como el Cameron que siempre fue.

Además de brindarle un hogar, Roy le había dado también ropa y comida. La vestimenta que el mayor le había brindado, le quedaba algo holgada, pero fue lo suficientemente cálido como para darle las gracias nuevamente. Al principio estuvo tan avergonzado de aquella temporal dependencia hacia Roy, que no había podido ni siquiera mirarlo a los ojos, pero el chico en ningún momento le recriminó nada ni le hizo sentir inferior. La vergüenza poco a poco menguó y a su vez, la curiosidad en él empezó a surgir. ¿Quién era Roy? ¿Por qué estaba tan solo? ¿Y su familia? No obstante, al ser un chico de pocas palabras, no tenía esperanzas de que respondiera. Al menos no en el corto plazo.

Además de todo lo anterior, le dio el sofá para poder dormir, ¿cómo que no le dijera ángel? ¡El tipo en definitiva era su salvador, le guste o no! ¿Acaso tenía tanta buena suerte que fue a parar con el hombre más bueno del mundo? Cam empezaba a pensar que tuvo una ayudita de arriba y eso lo ponía de buen ánimo de nuevo.

Lastimosamente, no podía ver a Roy muy seguido porque iba a su trabajo por la tarde y volvía del otro ya de madrugada, así que terminaba dormido hasta altas horas de la mañana. En este poco tiempo pudo fijarse que el chico era, además de silencioso, muy metódico y ordenado; completamente lo opuesto a él que no pasaba un segundo sin que estuviera haciendo un desorden. Razón por la cual Roy a veces lo miraba con reprimenda.

En estos días, trató de no pensar en sus problemas. En sus padres y los momentos familiares que pasaron entre risas, su hermana que había llorado para que no lo echaran de su antiguo hogar; en sus supuestos amigos, en especial Connor, que había empezado una rebelión homofóbica en su contra con la ayuda de su supuesta amiga y actual ex novia Madison. Hasta ahora no entendía las razones de quien fue su amiga por tanto tiempo, para tratarlo de aquel modo, pero las personas muchas veces no son del todo tolerantes con los que según ellos, eran "diferentes" o no actuaban bajo sus reglas. Pero por sobre todo, pensó en su hermano, a quien a pesar de lo que le hizo sufrir, no podía odiar. Lo conocía lo suficientemente como para saber que su enojo se debía más a que no había compartido sus inquietudes con él, que por el rechazo. Lo extrañaba demasiado, ellos eran muy unidos, inseparables, no sabría decir todas las veces que se quedaban juntos por la tarde en la habitación de cualquiera de los dos mientras veían series y animes juntos; o cuando hablaban largas horas sobre cosas insignificantes; Sam, además de ser su hermano, era su mejor amigo. Como desearía volverlo a ver.

Camino a tu CorazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora