D i e c i o c h o

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Brad Warren estaba harto de vivir así, pensó que la vida sería más fácil para él, pero dio un giro que no había previsto y todo por culpa de aquel maldito mocoso y su antiguo jefe

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Brad Warren estaba harto de vivir así, pensó que la vida sería más fácil para él, pero dio un giro que no había previsto y todo por culpa de aquel maldito mocoso y su antiguo jefe. Jamás pensó que preguntaría por Matías luego de que lo habían dejado a su cargo. Además, Dimitri Vorkov simplemente no se veía como alguien que se preocupara por los demás.

Brad ni siquiera sabía de dónde había salido el chico, solo tenía claro que sufrió un accidente y que sus padres habían fallecido, es más, parecía un muerto en vida que solo asentía o negaba con la cabeza a cada palabra que le decían. Fue tan fácilmente manipulable que sentiría pena si no fuera porque tuvo que responsabilizarse por él en contra de su voluntad.

Luego de aquel día, él lo había acogido y nadie lo había mencionado nunca más salvo por los informes que debía entregar. Harto de hacerlo, lo dejó pasar al no haber respuestas de nadie. Pero en cuanto Vorkov posó sus ojos sobre el chico, inmediatamente supo que debía huir del lugar si quería seguir respirando pues había desobedecido una orden directa. Él debía cuidar del chico como si de su vida se tratase. Esas fueron las reglas.

Su huida no había sido nada fácil. Estaba seguro de que su vida correría peligro si volvía a presentarse frente a ese sujeto. Ni siquiera con todas las precauciones que estaba tomando podría decir que se encontraba a salvo.

Estuvo viviendo por medio de su vieja andanza, robando dinero para poder conseguir comida e inclusive un lugar en un barrio lúgubre para poder pasar los días. Ahora, se hallaba recorriendo las calles ocultando su rostro mientras esperaba una buena víctima para su próximo asalto. Si tan solo pudiera contactarse con Aiko, estaba seguro de que podría disuadirla de ayudarlo. Ella siempre tuvo una especia de apego hacia él del cual siempre aprovechaba. Pero la maldita no contestaba el teléfono.

Quince minutos después, vio como un hombre alto iba caminando por las calles completamente solo. Sonrió para sí mismo a la par que se ocultaba en un callejón oscuro y miraba constantemente al sujeto. Al acercarse, Brad vio algo que lo dejó boquiabierto.

Él conocía a ese chico, era el hermano de Paul.

«¿Qué estaba haciendo aquí?»

Su suerte podría estar cambiando. No había visto al chico desde que lo agarraron. En un principio, Brad no confiaba en él, así que lo puso a prueba varias veces y en todas había salido victorioso. Finalmente, en pocos años, se ganó su lugar y Brad le tuvo la suficiente confianza para poder meterlo en asuntos más serios ya que demostraba a leguas que no era tan débil como su hermano.

Cuando las cosas estaban yendo mejor que nunca, un topo les tendió una trampa. Varios miembros también fueron apresados después de eso y al hacerse público el arresto, las personas de aquel barrio desprotegido tomaron también medidas contra ellos. De Roy, en cambio, no volvió a saber nada más. Hasta ahora.

Brad sonrió. Aquel sujeto iba a ayudarlo, después de todo, había sido su perrito fiel por largo tiempo. Salió de su escondite para seguirlo sigilosamente sin que el otro se diera cuenta. Cuando estuvo lo suficientemente cerca, lo agarró del cuello y lo llevó a la fuerza a uno de los callejones.

Camino a tu CorazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora